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LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA

Juan Recaredo

Buenos límites hacen buenos vecinos

En la antigüedad, había que delimitar hasta donde llegaban mis terrenos y donde empezaban los de mi vecino. Entonces, lo primero que se me ocurría era poner una piedra y decir de aquí para acá todo esto es mío y que nadie ose profanar con su planta mi suelo.

Esa piedra era una marca porque ahí se quedaba para dar un aviso o una advertencia, porque no vaya a ser que venga algún vecino con malas mañas y me quiera agandayar algunas tierritas.

Luego, la piedra que servía como marca se fue complementando con otras hasta formar un linde, límite o lindero, palabras que significan lo mismo y que vienen de la raíz latina limes.

Pero volvamos con la marca, o sea, regresemos a donde dejamos la piedrita que ahora ya generó una raya y ésa es la orilla de nuestra propiedad, es una línea - marca, es el (o la) margen. Porque margen es la marca que marca la orilla, por eso es también la margen de un río o de un lago o del mar, porque te dice de aquí para allá es agua y para el otro lado es tierra.

De la misma manera, la orilla de una hoja de papel es un margen y ahora lo entendemos como una raya o un espacio que marca el extremo del papel.

Entonces, la marca y la margen ya no son exactamente lo mismo, aunque una le haya dado lugar a la otra. La marca es una señal y la margen es un límite.

Mi vecino, que también tiene el temor de que le roben terrenos, puso sus lìmites y el otro vecino también, hasta que hay marcas aquí y allá y la marca que denota donde termina mi terreno al mismo tiempo está diciendo donde empieza el de al lado, entonces donde hay unas marcas junto a otras, se forma una co-marca.

Cuando alguien pasa de una propiedad a otra y a otra, está pasando los límites, las fronteras, o sea, las marcas. De ahí surge el verbo marchar, que es pasar o sobrepasar las marcas.

Para que no se peleen los vecinos, se requiere un pelado que tenga autoridad para que cuide que se respeten las marcas y las márgenes: ése es el marqués, que originalmente es precisamente el "encargado de vigilar las marcas".

Ahí le encargo además que no confunda al marqués con el conde porque la palabra conde viene del latín comes, que significa compañero, porque el conde era el que acompañaba a los grandes. Tampoco se confunda con el duque porque esta palabra viene del latín dux o ducis, que quiere decir jefe o cabeza. Entonces, según el origen de sus tìtulos, el marqués vigila, el conde acompaña y el duque dirige.

ESCRÍBALE A JUAN RECAREDO: comodijo2@hotmail.com.

PREGUNTA DEL PÚBLICO:

Jorge Gutiérrez: Zona sísmica y zona telúrica, ¿es lo mismo? Es decir, ¿no existe alguna diferencia aunque los dos puedan en alguna forma significar lo mismo? ¿Cuándo se usa cada uno o cuando debe usarse cada uno de ellos?

RESPUESTA:

En el uso común, estos dos vocablos se aplican como "lo perteneciente o relativo a un terremoto". Sin embargo, según la Academia de la Lengua, eso no es correcto en el caso de lo telúrico, porque el telurismo es la influencia del suelo en una comarca sobre sus habitantes.

Definición muy realista: Amistad. Compromiso por el cual nos obligamos a hacer pequeños favores a los demás para que los demás nos hagan grandes favores a nosotros. ¿Cómo dijo? LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA.

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