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LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA

Juan Recaredo

UN ENCUENTRO CASUAL CON LA FELICIDAD

¿Cómo se las arregla usted para estar siempre sonriente?, me preguntan algunas personas que ven mis comentarios en la tele. Y uno piensa: ¡uh, si ellos supieran!, pero sin muchos aspavientos les aclaro que yo también como todo el mundo tengo mis momentos de tristeza, de cansancio, de inquietud y malestar, pero creo que no sería justo aparecer en la pantalla sólo para endosar mis amarguras a quienes me hacen el favor de verme.

Yo creo sinceramente que esto puede aplicarse a cualquier situación, dentro o fuera del estudio: la gente que me rodea tiene el derecho de verme alegre. Además estoy convencido de que cuando me muestro sonriente, comunico felicidad a los demás, aún cuando "vaya usted a saber como la estoy pasando por dentro".

Ya he probado muchas veces que al dar felicidad a los demás, ésta a mí también me llega aunque sea "de rebote" y me permite sobreponerme a mis tragedias y sentirme contento.

"Eso es una hipocresía -me dice un amigo señalándome con un dedo acusador- o por lo menos es engañarse a sí mismo. Para sonreír sinceramente debes sentirte bien. Si no es así, te estás haciendo tonto".

Yo pienso en una forma diferente: creo que el que no está muy pendiente de procurarse felicidad para sí mismo y se dedica a procurar la felicidad de los demás, finalmente va a encontrarse "accidentalmente" con la propia. Es como cuando quieres fingir una risa y te empiezas a reír a fuerza, acabas carcajeándote de veras.

"El buen humor es una victoria sobre el propio miedo -dice una reconocida psicóloga- y sobre la propia debilidad. La gente malhumorada suele esconder su inseguridad o su angustia detrás de un modo brusco y distante y con el tiempo eso acaba haciéndose habitual y se convierte en un rasgo de su carácter".

Entonces, si vas haciéndote de un carácter malhumorado, cada vez va a ser más difícil que te brote naturalmente el buen humor porque tú mismo ya te autoetiquetaste y todos los que te rodean saben que tu estado normal es enojado, refunfuñando de todo y de todos.

Así caes en un círculo vicioso: nunca encuentras oportunidad de reír porque siempre estás de mal humor y siempre estás de mal humor porque no encuentras motivos para reírte, pero si te lo propones, con un poco de esfuerzo puedes romper ese círculo. Poco a poco empiezas a aprender a tomar tus problemas, tus miedos y debilidades con un poquito de humor, aprendes a no hacer de todo una tragedia y al mismo tiempo aprendes a reírte de ti mismo.

Todo lo que se hace sonriendo nos ayuda a ser más humanos, a moderar nuestras tendencias agresivas, a comprender a los demás y a comprendernos mejor a nosotros mismos.

ESCRÍBALE A D. JUAN RECAREDO

Comodijo2@hotmail.com

PREGUNTA DEL PÚBLICO:

La palabra adisgusto ¿es correcta para decir que no nos gusta algo? Yo la busqué en el diccionario y no la encontré. ¿La palabra a antepuesta a alguna palabra significa algo? Dalia García González.

RESPUESTA:

La palabra "adisgusto" no existe como tal. Existe la expresión "a disgusto" (en dos palabras separadas) y se aplica efectivamente para algo que no nos gusta, que nos hace estar "a disgusto". La partícula "a" antepuesta a a alguna palabra generalmente es privativa, es decir que equivale a la preposición sin. Por ejemplo una persona "amoral", es una persona que no tiene moral.

Frase condenatoria para terminar: es terrible que alguien que no tiene algo que decir, lo diga ¿Cómo dijo? LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA.

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