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Las palabras tienen la palabra

Juan Recaredo

El hombre sucio en el semáforo

Detengo mi auto en el semáforo y volteo a ver al conductor que se detuvo al lado. Es un coche lujoso y el tipo va elegantemente vestido y "encorbatado". Con una mezcla de sorpresa y asco, me doy cuenta que el señor tiene metido su dedo índice en la nariz y está desesperadamente hurgando en pos de algún moco rebelde que no se deja atrapar. Tiene el dedo tan profundamente incrustado en su fosa nasal, que casi temo que pueda echarse fuera un ojo.

En principio, la escena me sorprendió, pero no tenía por qué haber sido así, pues no es muy rara, y de hecho la he presenciado con mucha frecuencia. Aún si fuera un poco más sincero, hasta podría reconocer que yo mismo la protagonicé alguna vez.

El hecho de hurgarse la nariz es una de esas innumerables acciones que la gente hace y que son de mal gusto o que van en contra de los buenos modales, como es también hacer ruidos raros al masticar o sonarse la nariz ruidosamente frente a otras personas, entre muchas otras "linduras" que son como "mentadas" al buen gusto.

Mi amigo Horacio es un hombre metódico que toma muy en cuenta todas esas cosas, aunque admite que en mayor o menor grado, todos las hacemos. El comportamiento de una persona cambia - afirma mi amigo - dependiendo de si está solo o ante otras personas. Importa este comportamiento en sociedad porque afecta o puede afectar a los que observan dicho comportamiento, ya no digamos cuando una acción causa daño o injuria a otros.

Entonces, se puso a hacer una lista de algunas de esas acciones que hechas en presencia de otros (especialmente cuando esos otros no son íntimos), se pueden considerar como de mal gusto, de mala educación, faltas a la urbanidad, violación a los derechos de los demás, o bien, simplemente, nacas.

Cuando ya tenía anotadas más de cien de estas acciones, Horacio se dio cuenta que la lista era ahora sí que interminable, es decir, que nunca iba a llegar al punto en que pudiera decir ya terminé, porque siempre hay la posibilidad de encontrar otras que agregarle. De hecho, yo mismo, cada vez que la leo, pienso en cuatro o cinco que faltaron.

Y es que la gama de esta lista puede ser tan amplia como el criterio de quien la elabora: puede ir desde cortarse las uñas en público hasta obligar a los demás a "asfixiarse" con el perfume que uno se puso en exceso. Desde hablar con la boca llena o bostezar ruidosamente sin taparse la boca, hasta apretar demasiado la mano que saluda o hablar en voz demasiado alta cuando no es estrictamente necesario.

La verdad es que sí resulta sumamente desagradable estar en una reunión y ver que alguien come con los dedos o que revuelve su bebida con un agitador digital, es decir, metiendo en ella uno de sus dedos.

Ahora, así como hay acciones que faltan en la lista, también encontramos algunas que según criterio propio no deberían estar ahí, pero en la gran mayoría, estaremos de acuerdo en que es muy molesto que alguien traiga un palillo en la boca o que haga ruidos al sorber con el popote un refresco que ya se acabó.

¿Cuáles otras acciones agregaría usted?

ESCRÍBALE A JUAN RECAREDO: comodijo2@hotmail.com.

PREGUNTA DEL PÚBLICO:

La Lic. Aleida Mascorro quiere saber en qué tiempo, modo y persona está la palabra ERA, forma conjugacional del verbo SER.

RESPUESTA:

ERA es copretérito del modo indicativo en primera y tercera persona: YO ERA, tú eras, ÉL ERA, nosotros éramos, vosotros érais, ellos eran.

Me voy recordando a aquel que era verdaderamente mi caro amigo. Nunca pagaba la cuenta. ¿Cómo dijo? LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA.

 LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA

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