Aunque las relaciones diplomáticas entre México y la República Popular China se establecieron formalmente en 1972, las dinámicas de intercambio comercial, inversiones y proyectos económicos entre ambas naciones siempre fueron muy limitadas.
Esto tiene su razón de ser en las políticas y estrategias que nuestros gobiernos siguieron a lo largo del tiempo. Poco interés, distancia geográfica, barreras cultural e idiomática son otros de los factores que así lo explican. Sin embargo, considerando las grandes transformaciones en la economía mundial, nuestros países implementaron modelos económicos apropiados a las circunstancias y sus necesidades
Mientras México siguió prolongadamente un modelo de sustitución de importaciones, China puso en vigor importantes reformas económicas en 1978. Con esto China empezó a mejorar sus capacidades productivas. Durante los años de 1990, gracias a una industrialización enfocada hacia el exterior, logró mayor peso en el comercio internacional.
Por su parte, México abrió su economía al mundo e inició un proceso de inserción en la dinámica global que mediante acuerdos comerciales logró incrementar su participación en los flujos económicos. Dicha tendencia propició una fuerte interacción e interdependencia con el exterior, situación que alentó progresivamente, la demanda de importaciones, provenientes -en especial- de oriente lejano.
En China, las poderosas ventajas competitivas adquiridas, combinadas con la experiencia en los mercados del mundo llevaron a esta nación -en su relación con México- a tener cada vez una mayor presencia, en su mercado.
Durante ese período -la década de 1990-, la triangulación, el dumping y el déficit comercial creciente caracterizaron a las relaciones económicas entre nuestros países. El desencuentro, y la rivalidad de mercado fueron algunas de las cualidades de esta relación, a la cual México reaccionó mediante cuotas compensatorias y aranceles para disminuir el fuerte peso de las importaciones provenientes de esa nación.
Posteriormente, con el ingreso del país asiático a la OMC en 2001, se consiguió una participación de las empresas de China en el comercio regulado por lo que el gobierno de México tuvo un menor margen de maniobra para la protección de los sectores sensibles a las importaciones provenientes de ese país.
Con una mayor presencia en la economía global, China incluso, empezó a ganar terreno en el mercado de EU, desplazando a productores mexicanos participantes en ese espacio. En añadidura, según datos de la Secretaría de Economía, en 2007 el país asiático se convirtió en nuestro segundo comercial después de EU.
Hoy en día la dinámica está tomando un nuevo curso. Sobre el interés del gobierno federal en este tema, se destaca en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 la importancia estratégica de China, por lo que es prudente establecer un nuevo paradigma que permita aprovechar el potencial que dicho país representa.
El estatus actual de la relación se traduce en un gran reto. Además de tener en la memoria la cancelación de los proyectos de Dragon Mart y el tren bala de la ciudad de México a Querétaro, se ha notado una participación muy pequeña en inversiones (la inversión china apenas se acerca al 1 % del total de la IED). Adicional a esto, en materia turística, datos de la Organización Mundial de Turismo, destacan que llegan a México cerca de 50 mil visitantes chinos al año, para lo cual, nuestro país está poco preparado. Asimismo, la participación de esa nación ha proseguido con gran fuerza en el sector comercial. La información de la Secretaría de Economía muestra que entre enero y octubre de 2016 se realizaron compras a ese país por más de 57 mil 833 millones de dólares. En exportaciones nuestra nación participó con 4 mil 225 millones de dólares. Esta es una relación de 14 a uno.
Ahora bien, considerando la actual coyuntura por la que se está atravesando, en particular por el giro e incertidumbre que pueda derivarse del TLCAN, México está obligado, más que nunca, a fortalecer aún más sus capacidades productivas y en lo internacional, la prioridad es diversificar sus vínculos hacia otros mercados.
Para lograrlo y capitalizar las oportunidades que ofrece China a México es pertinente reconstruir la confianza. Esto permitirá relanzar la relación con el país oriental. Todo dependerá de la estrategia que se siga y la manera en que permita la mejora progresiva de la relación económica.
Universidad del Valle de México Campus Querétaro