Reflexión. Llama el obispo de Gómez Palacio a tomar la tragedia de Monterrey como oportunidad para reflexionar y tomar acción.
Ante los hechos violentos que se generaron el pasado miércoles en la ciudad de Monterrey, la Diócesis de Gómez Palacio llama a la sociedad a salir de la fase de impacto y lo que sigue es entrar en la reflexión y después llegar a la acción.
El obispo, José Fortunato Álvarez Valdez señaló que se deben empezar a distinguir varios problemas que hay en la actualidad, principalmente la pérdida de valores, de sensibilidad y de unión familiar, que han llevado a la sociedad a una serie de problemáticas sociales como la violencia.
"Se debe de hacer mucha conciencia en el interior de la familia, porque las heridas del alma surgen en el seno familiar, es el entorno donde se aprende a manejar las situaciones de vulnerabilidad y hay una estructura familiar dañada, todo ha cambiado", indicó monseñor.
Por otra parte, destacó que se espera que este acontecimiento que mantiene preocupada a la sociedad mexicana, provoque una verdadera reacción de las familias, de los padres en general.
Dijo que la Iglesia promueve el refuerzo de la familia en su interior, la atención, el amor, el corazón y autoestima de los hijos.
"El papa Francisco ha denunciado actualmente las cuestiones de individualismo, encierro la incapacidad de tener relaciones sociales y enfrentar los problemas que abundan, lo cual lleva a un menor como él a la insensibilidad, enojo, resentimiento y deseos de venganza", puntualizó.
Comentó que esto habla de una desconexión con el mundo, ya que los adolescentes siempre buscan identidad, manifiestan rebeldía, pero la forma de educar a los jóvenes no está siendo correcta para enfrentar los problemas y la frustración.
"Los jóvenes con poca orientación y atención se vuelven presas fáciles, por ello el consejo es a los padres de familia para acercarse a sus hijos, retomar los valores, conocerlos bien y sobre todo siempre dialogar y amarlos mucho", argumentó monseñor.
Se llama a enfrentar los problemas con esperanza y con mucha fe y a que pese a establecer autoridad y límites, los padres retomen la presencia para la atención, que los hijos se sientan amados valorados y que sepan que los padres están con ellos.
