A menos de quince meses de la elección para presidente de México se vislumbra un panorama incierto y difícil de predecir, sin embargo queda claro que los partidos punteros son Morena y el PAN mientras que el PRI parece estar destinado al fracaso.
La encuesta del periódico El Financiero, publicada el 31 de enero, muestra como favoritos a Andrés Manuel López Obrador de Morena con el 33 por ciento, seguido de Margarita Zavala del PAN con el 27 por ciento mientras que el PRI con Miguel Ángel Osorio Chong aparece en tercer lugar con un 20 por ciento de las preferencias.
Más atrás, con un 10 por ciento cada uno, figuran Miguel Ángel Mancera, posible candidato por el PRD, y el independiente Jaime "El Bronco" Rodríguez, actual gobernador de Nuevo León.
López Obrador es en este momento el principal favorito de la contienda por varias razones: no tiene contrincante en su partido, será su tercera campaña presidencial y aprovechará la enorme desaprobación hacia el presidente Peña Nieto.
Diríamos que el tabasqueño podría convertirse en el Trump de los mexicanos, siempre y cuando sepa manejar los medios y la campaña con la habilidad del magnate norteamericano.
En el PAN la lucha interna está al rojo vivo. Aunque Margarita encabeza las encuestas, diversos grupos blanquiazules no están de acuerdo en lanzar a la exprimera dama so peligro de repetir la derrota estrepitosa de Hillary Clinton, quien a la hora de la verdad no convenció a los estados tradicionalistas de la Unión Americana.
Tampoco debe descartarse un cambio en la selección panista. La figura de Ricardo Anaya ha crecido en los últimos meses mientras que aspirantes como el exgobernador poblano Rafael Moreno Valle y el senador bajacaliforniano Ernesto Ruffo, se han metido a la pelea.
Por el PRI la decisión como sabemos llegará en su momento del mandamás de Los Pinos. Además de Osorio Chong hay que incluir entre los posibles a José Antonio Meade y a Luis Videgaray, quien como canciller volvió a la lista privilegiada. Tampoco descarten a los secretarios José Narro y Aurelio Nuño.
El sexenio presidencial 2018-2024 tendrá particularidades interesantes. Será un período menor a seis años, concluirá el 30 de septiembre de 2024 con la intención de acortar la distancia entre el día de la elección al de la toma de protesta.
Se llevará a cabo apenas a un año y medio de la elección presidencial de Estados Unidos, en donde seguramente para bien o para mal el mandatario Donald Trump intentará meter su cuchara.
En tal sentido pareciera que López Obrador sería la mejor carta para enfrentar las políticas racistas y discriminatorias del neoyorquino, en tanto Luis Videgaray podría convertirse en la opción tersa para aliviar las tensiones, pero primero tendrá que demostrarlo como canciller.
Por lo pronto, López Obrador encara una feroz artillería por parte del gobierno federal y de los sectores que no desean verlo llegar a Los Pinos ante los riesgos de que encabece un régimen populista de izquierda.
En su reciente viaje a Nueva York le tupieron duro y a la cabeza, tanto los sectores políticos como los medios de comunicación cercanos al poder. Muy parecido al ambiente que vivió Trump a lo largo de su campaña.
Si el fundador y dueño de Morena sabe capitalizar la andanada de críticas de hoy a las elecciones de 2018, den por seguro que ganará la presidencia y que tendremos en Los Pinos a un personaje imprevisible y complicado, tal como ocurrió con Trump en su arribo a la Casa Blanca.
Pero si los partidos todavía con posibilidades de ganar como el PAN y el PRI, eligen a candidatos fuertes y confiables y lanzan estrategias inteligentes y novedosas, podrían derrotar a López Obrador y demás contendientes.
Aunque la siguiente opinión no será compartida por muchos lectores, consideramos que la llegada al poder de un nuevo partido puede resultar refrescante y saludable para México.
Ya vimos que en los últimos sexenios ni el PRI ni el PAN lograron corregir el rumbo del país, demos entonces oportunidad a otras corrientes siquiera para provocar una sacudida y un reacomodo en las estructuras de la sociedad mexicana.
Gobiernos de izquierda moderada fueron clave en países como Francia, España, Inglaterra, Brasil y Chile, para superar escollos y atrasos. La pregunta es si López Obrador tendría la capacidad y altura política de un Felipe González, Francois Mitterrand, Luiz Lula da Silva o un Ricardo Lagos.
APUNTE FINAL
Tanto Enrique Peña Nieto como José Antonio Meade se lanzaron a fondo en la convención bancaria. El primero dijo que abandonar el modelo liberal nos llevará a un sistema sin libertad de expresión en donde el Estado controle desde la venta de papel hasta la producción de bienes. El segundo sostuvo que el regreso a modelos pasados frenará el crecimiento y desarrollo de México. El miedo no anda en burro.
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