Tengo ya rato buscando documentos y no encuentro alguno que me pueda dar luz para hablar de la política industrial. Y al parecer nuestros funcionarios tampoco, pues si les preguntan por las empresas recurren al tema de mencionar el apoyo al emprendedurismo. Pero ¿D→ ónde está la política industrial? ¿Se nos perdió? o ¿Nunca la tuvimos?
A principios de esta semana el Centro de Estudios de la Industria de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) planteaba que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) no había contribuido a mejorar la capacidad productiva de la industria mexicana, alertaba sobre un proceso de desindustrialización en el país y un acelerado incremento de importaciones de tal suerte que las manufacturas mexicanas estaban muy vulnerables.
En esta misma semana también la investigadora mexicana Alejandra Salas en la presentación de su libro La Economía Política Neoliberal en México planteaba que la cancelación del TLCAN no frenaría la llegada de inversiones al país, ya que el carácter de éstas crea un tipo de beneficios y ventajas muy específicas que no se encuentran en otros países sobre todo el de la mano de obra barata.
Queda claro que la renegociación del TLCAN dejó al descubierto a nuestro país y lo exhibe como una nación sin una estructura industrial sólida que le permita desarrollar el mercado interno y ser un verdadero país exportador, con una economía muy poco diversificada y una estrategia de desarrollo limitada que depende sobre todo de las exportaciones del sector automotriz.
Ambas declaraciones son críticos al modelo económico vigente, podemos estar de acuerdo o no con estas visiones más corridas a la izquierda económica, sin embargo, es importante que se plantee esta discusión, que se hable de que otras opciones de desarrollo económico tenemos para mejorar la condición productiva de México.
Por otra parte, estos planteamientos también abordan el proceso de desindustrialización que vivimos, pues en 23 años del TLCAN se elevó la dependencia de importaciones que representan en 33.1 por ciento respecto al Producto Interno Bruto en 2016, mientras que las exportaciones son el 28.5 por ciento.
Esto como consecuencia de que no se ha podido desarrollar una estructura productiva al interior del país sobre todo en el sector manufacturero mediano y pequeño.
Es decir, que a pesar de la llegada de grandes empresas internacionales y la consolidación de algunas otras mexicanas en el escenario internacional, esto no ha sido suficiente y no ha permitido que se desarrollen con éxito las proveedurías de empresas mexicanas en el sector industrial nacional e internacional, esto se debe a que ha sido mínimo el número de empresas micro y pequeñas que exportan.
En concreto, tanto la Concamin como la investigadora de la UNAM señalan que en México no ha existido una política industrial que vaya encaminada a fortalecer a las pequeñas empresas.
De pronto se nos olvida qué pasó con la industria del juguete y del dulce en México, al momento de la entrada en vigor del TLCAN.
Pero con esto no estamos diciendo que el TLCAN sea el culpable de la quiebra, pues este tratado sólo nos dejó al descubierto lo poco competitivos que eramos en 1994; Así, 23 años después, en una renegociación, nos damos cuenta, que ahora somos menos competitivos que antes.
Bajo este hilo conductor, si la culpa no es del TLCAN, entonces ¿de quién será? y es aquí donde su humilde servidor tiene una hipótesis:
La culpa en este imaginario "real" en México (que lo sufrimos miles de mexicanos en el país), la culpa es de la corrupción, la discreción en apoyo a sectores económicos, la burocracia, el control corporativo, la economía informal, entre otros; todos éstos consecuencia de la nula política industrial.
No olvidemos a nuestro querido expresidente Vicente Fox y su proyecto de changarrización como llamaron algunos o emprendedurismo como llaman otros hoy y que sustituyó a la pol→ tica industrial.
Esta changarrizaciónbásicamente le apuesta a "los garbanzos de a libra", es decir, el éxito de uno que otro emprendedor que puedan ser resaltados como caso de éxito y ejemplo para miles de jóvenes que no encuentran oportunidades laborales acordes a sus necesidades, y sin considerar cuántos más proyectos emprendedores se quedaron en el camino por no ofrecer valor agregado a la economía.
No es una crítica al afán de ser emprendedor y propietario de tu empresas, en estas líneas no se pretende desincentivar el espíritu de creación de los jóvenes, sino dejar claro que una política pública orientada al desarrollo de micro y pequeñas empresas no es suficiente para una economía formal que requiere desarrollar una estrategia industrial acorde al tamaño del país y como esta estrategia de gobierno no ha sustituido la necesidad de una política industrial integral.
Una estrategia basada en la coordinación del sector público y privado que permita brindar una estabilidad jurídica para el establecimiento y desarrollo de empresas que creen alto valor agregado, el desarrollo de infraestructura necesaria que permita reducir costos y facilitar el intercambio de bienes y servicios, y por último tampoco ha consolidado el proyecto de competitividad mexicana que integre mejoras en la tecnología y la logística, que mejore el recurso humano y desarrolle el mercado interno de manera importante.
Por lo que una pregunta podría ser ¿Cómo canalizar el tema de la innovación de los emprendedores y que no se reduzca a proyectos sólo orientados al sector comercial y de servicios? Y ¿Cómo desarrollar una política industrial mexicana que integre, tanto a emprendedores como a micros y pequeñas empresas familiares y los lleve a los escenarios competitivos nacionales e internacionales?
