Tenemos un primer supuesto: La reforma laboral peñista ha sido un rotundo fracaso.
Cuando hablamos del mercado de trabajo no podemos limitarnos al salario mínimo y el desempleo, existen otras variables como la demanda de trabajo, la oferta de mano de obra, la productividad, las relaciones entre desempleo y salario o entre salarios y precios, la distribución de las rentas, etc.
Temas que sin lugar a dudas nos hubiera gustado escuchar como parte de un gran debate a nivel nacional, al menos durante todo este año que se planteaba el incremento significativo en el salario mínimo en nuestro país. Pero parece que la discusión se reduce a un pequeño grupo de notables, (que por cierto hace algunos años estas propuestas las hubieran tachado de populistas) un debate que nos permitiera entender porque el salario mínimo en México es de los peores al menos en América Latina y alcanza para muy poco, un debate que nos ayudara a recapacitar en los factores que estimulen la productividad en México, un debate que permita entender como generar mejoras salariales no sólo por decreto, sino por mejoras en competitividad. Sin embargo, la discusión como las mayoría de éstas en el país se limita al momento mediático y no profundiza en la reflexión.
Debemos recordar que el salario no sólo es el precio de la mercancía de trabajo que actúa como un factor de equilibrio entre la oferta laboral y la demanda de empleo, también es una variable que cuenta con un componente social, es decir, el salario es la principal referencia que tiene un trabajador en materia de aspiraciones personales, satisfacción de necesidades y status, un sueldo no sólo satisface necesidades, sino deseos también, mejora la condición de vida y es el principal factor de vida digna.
Pero esta visión de los salarios y su componente social se perdió en los últimos 30 años, debido principalmente al resultado de la negociación entre el sector empresarial y el poder de negociación de los trabajadores que desapareció por completo entre un gobierno que privilegió a los grandes capitales y basó su modelo de comercio exterior en exportaciones baratas a través de sueldos bajos y un sindicalismo corrupto y charro que anuló la capacidad de negociación de los sindicatos dejando a los trabajadores mexicanos en la situación actual: un salario mínimo de 80 pesos diarios que no alcanza para nada y donde el 70 por ciento de la población en este país vive con menos de cinco salarios mínimos.
Además, debemos de considerar que el salario mínimo está íntimamente relacionado con el valor de la producción en México, la cual, se ha estancado en los últimos años y además no permite un incremento de los salarios en función de la dinámica económica competitiva.
Durante el último año hemos visto como las propuestas de aumentos significativos al salario mínimo se han escuchado con fuerza sobre todo por parte de los sectores empresariales como la Coparemex, mientras que en su momento los líderes sindicales hablaban de que no debía dar un paso así de drástico, esto debido a las presiones que pudiesen generar en la inflación, sin lugar a dudas "el país del revés".
En esta semana el Consejo de Representantes de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos que se integra entre patrones, sindicatos y gobierno acordaron aumentar el salario mínimo que al día de hoy es de 80.04 pesos diarios.
Por un lado se encuentra la propuesta de Coparmex que sugiere un incremento a 95.24 pesos y del otro lado está la propuesta del Congreso del Trabajo que plantea alcanzar los 100 pesos, incrementos del 19 por ciento y 25 por ciento, respectivamente.
Estos valores, por cierto, muy por encima del 6 por ciento en que se estima cierre la inflación este año.
Esta visión se puede entender si consideramos, que por un lado tenemos el salario nominal, el cual, se refiere a la cantidad de dinero que recibe el trabajador por su esfuerzo; y por el otro lado se encuentra el salario real que es la relación entre salario nominal y los precios de las mercancías que el trabajador utiliza para satisfacer su necesidad, dicho de otra manera, los salarios nominales tienen un incremento, aunque mínimo incremento al fin, pero estos incrementos a lo largo de los años no han sido suficientes para que los trabajadores del país les alcance a comprar más bienes lo cual genera empobrecimiento en términos reales.
Este factor es el centro del debate hoy en día, ya sea por las presiones de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte impuestas por los socios comerciales o porque en realidad el sector empresarial en México ve como el mercado interno está pasando por serias dificultades para consumir los productos que producen.
Por otro lado, también debemos considerar que durante el último año sólo México y Perú vieron como los salarios formales se redujeron, mientras que en el resto de América Latina se incrementaron, incluso en países como Argentina y Brasil que pasan por situaciones económicas adversas en 2017.
Al día de hoy sabemos que los salarios reales en México durante este año se redujeron principalmente por el impacto de los gasolinazos.
Sin embargo, este dato es sólo una muestra del fracaso de la reforma laboral impulsada en 2012, ya que los trabajadores siguen laborando por menos, no hay empleos de buena calidad, el incremento del empleo formal, según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social obedece más a una transición de la informalidad a la formalidad más que a la creación de empleos por parte de la planta productiva mexicana, peor sobre todo porque el mexicano sigue a la espera de que el salario mínimo le permita vivir dignamente.
¨Para finalizar tenemos un segundo supuesto el cual le dejo a su consideración: El incremento próximo al salario mínimo no garantizará que un trabajador le alcance para comprar su despensa.
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