Recuerdos. Doña Margarita mantiene sus memorias de su pueblo y de la labor de su hijo, Isidro Baldenegro.
A dos semanas del asesinato de su hijo, Isidro Baldenegro , nadie le ha explicado a doña Margarita lo que ocurrió. Ella dice que antes Coloradas era un pueblo bonito, "pero la violencia se lo quitó".
Explica que desde hace dos o tres años no se festeja en el pueblo la Semana Santa. Antes se reunían ahí los rarámuris de la zona. "Han matado mucho aquí y por eso no se arrima gente. Del año pasado para acá han matado como a unos cinco o seis", comenta la mamá de Isidro.
MUNICIPIO LÍDER EN PLANTÍOS DESTRUIDOS
En 2016, Guadalupe y Calvo fue el municipio con mayor número de plantíos de amapola destruidos por el Ejército: 31 mil 556. Con más de 50 mil habitantes, ocupa el lugar número 29 en la lista de alcaldías con más homicidios, y es parte del Plan de Refuerzo de Seguridad que ordenó en agosto pasado el presidente Enrique Peña Nieto. El año 2012 fue el más violento, con 160 asesinatos; luego 2013, con 110; bajó en 2014 a 81, pero en 2016 volvió a subir a 97, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Por el camino que recorrió Isidro para llegar a Coloradas de la Virgen, desde Guachochi (100 kilómetros), es normal encontrar camionetas incendiadas con impactos de bala. En los últimos años, sobre esta ruta, los vecinos de la zona han encontrado casquillos, armas y cuerpos. La presencia policial es escasa.
Gabino Gómez, coordinador del área de personas desaparecidas del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres de Chihuahua, explica que lo que ha provocado la violencia en la zona es "el desplazamiento forzado".
Una persona que desde hace cuatro años no visita Coloradas por estar amenazada de muerte por el grupo cercano al cacique de la zona, señala que los problemas de cacicazgo y drogas no son hechos aislados: "¿Para qué quieren el territorio? ¿Para explotar el bosque? Sí, ¿pero para qué más? Para sembrar".
Desde el asesinato de Isidro hay vigilancia en la zona. Puede verse a ocho policías ministeriales con armas automáticas en la punta del cerro, para estar conectados con la policía más cercana, a tres horas de camino en Baborigame. Ellos se encargan de cubrir las 49 mil hectáreas que comprenden el ejido Coloradas y su comunidad agraria. Esto es algo poco común. Coloradas, como otras localidades de la zona, no suele tener vigilancia, seguridad, caminos, luz, agua. Son regiones vulnerables, expuestas al riesgo.
Francisco Baldenegro, el mayor de los hermanos, recuerda que Isidro llegó el martes 10 de enero a Baborigame en La Rápida, un camión que recorre una vez al día esa ruta. Durmió en la casa que tenía cerca del panteón, donde ahora yace su cuerpo. Al día siguiente fue a buscarlo para pedirle una pulidora para los machetes que iba a vender en Coloradas. Lo vio preocupado, pero no le dijo nada. Un día más tarde, jueves, una vecina del rancho en Coloradas le dio aventón al pueblo.
Su tío Santiago fue una de las primeras personas a las que vio en Coloradas. -¿Cómo estás? -le preguntó. "'Andamos mal, ya me quieren chingar'. Ya sabría, yo creo...", recuerda el hermano de Margarita.
Cuando Santiago regresó el domingo del monte, vio a Romeo R. en la cocina de su casa. Andaba gritando, embriagado. Él entró a su casa hecha de adobe y techo de láminas -sujetadas con piedras en el borde- para protegerse del viento y la lluvia. A un costado de la casa hay un pequeño corral que conecta con la cocina, que está dentro de otra pequeña casa de adobe. En esos escasos cuatro metros -entre cocina y su casa- estaba Romeo R., de entre 20 y 30 años de edad, quien está casado con una de las nietas de Santiago, tío de Isidro.
Desde su casa escuchó cómo le llamaban a su sobrino. Cuando Isidro llegó, narra Santiago, Romeo R. salió de la cocina y fue directo sobre Isidro, quien ya no logró entrar a casa de su tío. Santiago sólo escuchó gritos. "De repente aquí lo tronó, lo chingó. Me salí, ya estaba atravesado. El otro ahí corrió. Agarró pa' llá. Ya ahí me apuntó, pa' ver. Me apuntó y me hice para acá. Me escondí", relata Santiago.
La familia de Romeo R. es originaria de Las Papas, del municipio de Guadalupe y Calvo. Los hermanos de Isidro recuerdan a Romeo R. y a sus hermanos jugar en Coloradas cuando eran niños. La siguiente información que tuvieron de ellos fue cuando un hermano mayor de Romeo R, Feliciano, presuntamente también mató a un hijo de un ambientalista hace un año.
Santiago pidió ayuda a un vecino y juntos metieron a Isidro a su casa, que está a unos pasos. Isidro, recuerda su tío, sólo decía: "Ya me chingaron, ya me chingaron".
Francisco fue el primero en enterarse. Le marcaron por la tarde-noche para decirle que habían herido a su hermano. Llegó horas después desde Baborigame con la esperanza de encontrarlo vivo y llevarlo a un hospital que está a seis u ocho horas de distancia. No fue así. "Estaba con mi tío Santiago y mi tía. Había otras mujeres ahí. Llegué desesperado, le hablé, le moví la cara y mi tío Santiago me dijo que ya había fallecido. No se podía hacer nada".
Desde Coloradas de la Virgen, con dificultad para comunicarse, Francisco comenzó a avisarle a la familia. El martes, dos días después, llegó la policía para llevarse el cuerpo a la cabecera municipal en Guadalupe y Calvo. El jueves se hizo el funeral en Baborigame.