— Friedrich Nietzsche
Dejaríamos de ser mexicanos. ¿De qué manera vamos a enfrentar los retos generados por las políticas antimexicanas de Donald Trump?, con una marcha.
Un grupo denominado Vibra México está convocando a una marcha en una Ciudad de México ya agobiada por manifestaciones y bloqueos. La Marcha Ciudadana por el Respeto para México irá del Auditorio Nacional al Ángel de la Independencia el domingo 12 de febrero. Varios personajes importantes se han apuntado ya, entre ellos el rector de la UNAM, Enrique Graue. Alto al Secuestro está organizando otra marcha por el mismo tema ese mismo día. Supongo que Trump estará temblando en la Casa Blanca.
Las marchas generan una falsa sensación de satisfacción. Los participantes se sienten seguros al formar parte de una masa (recordemos a José Ortega y Gasset), pero no resuelven problemas. Por el contrario, pueden agravarlos. Las manifestaciones y bloqueos afectan la productividad.
La mejor respuesta a las políticas de Trump no radica en una marcha, sino en promover medidas que fortalezcan la productividad. El antídoto contra las deportaciones en Estados Unidos es generar inversiones y empleos en México. La manera de enfrentar las amenazas del proteccionismo es aumentar la competitividad nacional.
México sigue siendo un país con enormes obstáculos para la inversión y las actividades productivas. Un nuevo impuesto a la minería del gobernador de Zacatecas, Alejandro Tello, ha puesto "de rodillas al sector que contribuye con el más alto porcentaje del PIB estatal", según el Cluster Minero de Zacatecas A.C. Allegados del exgobernador de Quintana Roo, Roberto Borge, han usado falsas demandas laborales para despojar de hoteles y terrenos a sus propietarios. El cobro de "derecho de piso" por el crimen organizado es una pesadilla para muchos empresarios. Las extorsiones de sindicatos y funcionarios corruptos son, sin embargo, más generalizadas y significativamente más dañinas.
Casi cualquier mexicano puede ofrecer historias de horror sobre los obstáculos a la inversión productiva y a la actividad económica. Las leyes y los funcionarios conspiran para impedir la actividad de las empresas o para extorsionarlas. Nos quejamos de Estados Unidos, pero hemos creado un sistema perverso que ha obligado a millones de mexicanos a votar con los pies y a buscar empleo y un mejor nivel de vida en nuestro vecino del norte. La solución no radica en organizar marchas, sino en eliminar obstáculos.
Hoy se cumple un aniversario de la marcha de la lealtad del 9 de febrero de 1913 en la que cadetes del Colegio Militar acompañaron al presidente Francisco I. Madero del Castillo de Chapultepec a Palacio Nacional durante la sublevación armada de la Ciudadela. Supongo que la marcha produjo un momento de optimismo en el presidente Madero y sus simpatizantes, pero no resolvió el problema de fondo: un golpe de estado que aprovechó la debilidad del gobierno y después de unos días llevó al derrocamiento y asesinato de Madero y su vicepresidente.
Hoy nos piden participar en nuevas marchas. Seguimos pensando que todo se resuelve con manifestaciones, quizá porque éstas han sido el instrumento con el que los grupos de presión han obtenido dinero y privilegios del gobierno. La verdadera medicina contra Trump y sus amenazas, sin embargo, radica en fortalecer la economía nacional. Eso sí es mostrar lealtad al país.
SIN PARAíSO
Eusebio Ruvalcaba era un hombre tan intenso como su literatura. Supongo que esa intensidad fue un factor en la muerte temprana, a los 65 años de edad, del autor de Un hilito de sangre. Ruvalcaba escribió: "Morir no te conduce al paraíso; escribir tampoco." Es cierto. Quizá Eusebio no está en el paraíso, pero sí en el corazón de sus lectores.
Twitter: @SergioSarmiento