"Es uno bueno por un solo camino; malo, por mil". Así se expresa Aristóteles, hace casi dos mil cuatrocientos años en su obra máxima; "Ética a Nicómaco". Esgrime que "la virtud es un hábito, una cualidad que depende de nuestra voluntad"; regulado por la razón de un hombre verdaderamente sabio". "La virtud es una actividad humana cotidiana, nadie nace predispuesto al bien o al mal, sino que se forma con la práctica de sus sentimientos y que para mantenerse en ella, navega constantemente entre las corrientes extremas que lo pueden conducir al desastre o la gloria; el hombre virtuoso se mantiene en el justo medio; en el balance perfecto que le lleva a la virtud".
El hombre justo, imparcial y animado de cierto coraje se aflige y se indigna ante el espectáculo de una prosperidad no merecida. Más tarde asegura que el bien se deriva de la ciencia soberana, de la más fundamental, la ciencia política. Ella es la que determina cuales son las ciencias indispensables para la existencia de los estados, y cuáles son las que los ciudadanos deben aprender, así como el grado en que deben poseerlas; las ciencias más estimadas están subordinadas a la política.
En la última revisión de transparencia internacional, México sucumbe ante la corrupción; cae de un nada honroso puesto 95 al 123, tras lograr la pésima calificación de 30 sobre 100, donde cero significa nada honesto y 100 es honradez. Un año antes, en 2015, habíamos alcanzado 35, muy despreciable, pero menos ultrajante que el actual. La permanente repetición de casos de corrupción entre los diferentes niveles de gobierno, especializándose los del PRI por su mayor número cargos gubernamentales, pero nada envidiables en los demás partidos; la impunidad que no nos cansamos de ver y que hasta nos presumen y restriegan con soberbia y amenazas e insultos en la cara, diciéndonos que no ha habido condena y, la opacidad con que se manejan los recursos del erario, los convenios leoninos con empresas fantasmas, las concesiones sin concursos a empresas de amigos y las obras inconclusas, deficientes, interminables, pero bien cobraras y mejor pagadas, han hartado a la comunidad que es quien contesta las encuestas de transparencia. Pero además, tenemos el fatídico último lugar en la OCDE.
Sin saber bien a bien lo que quiso decir, Enrique Peña Nieto, dijo que la corrupción es "cultural" y claro, pensaba precisamente en el medio social directo e inmediato en el que él se mueve, donde todos o casi todos, son exactamente corruptos; así pues su visión era precisa: por ello se maneja que en México existen cualidades y defectos excluyentes entre sí: una persona inteligente y honesta, no puede ser político; otra, política e inteligente, no puede ser honesta y finalmente, recordando la frase de Carlos Hank González "Un político pobre es un pobre político" concluimos que una político honesto, no puede ser inteligente y como todos ellos se creen genios, pues...
Los mexicanos nos hemos convertido en "simples observadores de la ambición insaciable, desmedida de nuestros gobernantes"; ellos nos hacen girar alrededor de nuestro vacío y ahora, sutilmente, tras múltiples cortinas de humo, nos hunden en un problema real, pero que el mismo poder ejecutivo federal incentivó; la postura del fanático, fascista y hasta demente presidente de Estados Unidos. Se atreven a pedirnos que apoyemos al presidente de la corrupción y sus nefastos gobernadores bajo el rubro de "Patrioterismo" o "Nacionalismo" y que estemos dispuestos a todo para "proteger México"; aquí recuerdo las palabras precisas que dijera Belisario Domínguez a Victoriano Huerta en septiembre de 1913 respecto de un problema muy similar: "Defender México significan que Don Victoriano Huerta (EPN) está dispuesto a derramar toda la sangre mexicana, a cubrir de cadáveres el país, a convertir en una inmensa ruina toda la extensión de nuestra patria, con tal de que él no abandone la presidencia, ni derrame una sola gota de su sangre".
Claro que los mexicanos estamos dispuestos a defender nuestra nación contra quien sea, al costo que sea y en el tiempo que sea, pero no dirigidos por la corrupción galopante que hoy soportamos como gobierno; porque "Corrupción" también es el engaño al pueblo; cuando no se aborda la verdad y se relega el problema a la sombra del olvido, o al menos a la penumbra de no verlo.
Para defender México, nuestra casa y hogar debemos eliminar las cadenas que nos esclavizan y éstas son la corrupción, impunidad y opacidad que nos envilecen. Como coyuntura, tal vez esta crisis internacional sea la oportunidad de tomar el poder ciudadano y enfrentar al déspota extranjero, con dignidad, elegancia, virtud y caballerosidad; sin embargo, antes debemos despreciar a todos los abyectos que en otra hora le rindieron pleitesía.
Ante todo y por encima de todo, no debemos permitir que se nos distraiga de los problemas esenciales de nuestra sociedad con conflictos que, a veces, pudieran ser intencionalmente arreglados para desviar la atención de nuestra problemática comunitaria. Son impostergables las soluciones en seguridad, siguen los homicidios y aún hay muchos desaparecidos; en economía social, la inflación está creciendo y con ella el hambre y la pobreza; procesos de impunidad porque hay políticos que andan tranquilamente en la calle y debieran estar encarcelados; cuestiones de educación porque estamos en penumbras académicas e injusticia social con campesinos e indígenas. Sigamos moviendo a México con la participación ciudadana activa en la calle, exigiendo nuestros derechos y levantado muy fuerte nuestra voz. Nos tienen que escuchar ya ahorita nos necesitan.