El corazón del loco está en la boca;
La boca del sabio está en el corazón.
Benjamín Franklin
Hacia 1964, Herbert Marcuse, iniciaba su obra "El Hombre Unidimensional" con la siguiente pregunta: ¿La amenaza de una catástrofe atómica que puede borrar a la raza humana no sirve también para proteger a las mismas fuerzas que perpetúan este peligro? Ese miedo logró controlar a los países satélites lo mismo de Estados Unidos que de la antigua URSS. Hoy se mantiene la vigencia de esa misma realidad; Donald Trump intimida al mundo entero con la fortaleza nuclear de su destructiva nación, que siempre ha sido el policía del mundo y ahora, bajo su temperamental control convierte su famoso "big stick" en "armada muy poderosa" cargada con misiles nucleares que pueden destruir naciones completas con solamente apretar un botón.
Kim Jong-un actual líder supremo de Corea del Norte, no se inmuta con las amenazas del demente presidente norteamericano y contesta, con la misma ferocidad y locura incontrolable, que responderá con sus bombas atómicas cualquier agresión. Al igual que en guerras mundiales pasadas, se están formado bandos de países para preparar una guerra que podría exterminar la humanidad entera o al menos la civilización actual. Queda pues demostrado que las amenazas atómicas de ambos contendientes y sus aliados colocan al mundo al borde del abismo y se impide que éste actúe racionalmente ante el miedo de su brutal desaparición.
La característica esencial de los dictadores, durante la humana historia, es la soberbia de amenazar a los pueblos de desastres y calamidades si se retiran del manto protector de su tiranía; así lo enunció Sargón II hace casi tres mil años, así lo anuncia hoy Trump.
En el pequeño universo electoral de Coahuila, esa misma artimaña se utiliza; la severa admonición del retorno de la inseguridad al estado; (cómo si ésta alguna vez hubiese acabado; sólo se han convertido en "asesinatos hormiga"; =no hay día que no ocurra un homicidio doloso: baleados, encobijados, torniqueteado, etc.=); y en lo que va del actual sexenio, en todo el país ya hay más crímenes dolosos que en toda la administración federal anterior; amén de los asaltos violentos, secuestros y desapariciones que aquí se dan en grande. La coactiva filípica de las campañas del partido en el poder, busca generar una represión mental ante el temor de que, sin ellos, la criminalidad volvería por sus fueros. Esta advertencia se les podría revertir; es decir; pudiera llegar a suponerse que actualmente existen acuerdos gobierno-crimen organizado; eso explicaría la aparente tranquilidad y que, si se cambia de partido, sucederá lo que hoy ocurre en Chihuahua, Tamaulipas, Quintana Roo, Veracruz; estados donde se alternó el poder. Así, bajo ese temor, se controla a organismos empresariales y profesionales; a colonias y grupos ciudadanos.
Por ahora, lo único que se ve seguro en Coahuila es la inequidad del árbitro electoral estatal al que se le acusa de complicidad descarada. La denuncia de infinidad de ilegalidades, al momento no han tenido trascendencia; así mismo las querellas ciudadanas que las de maestros y medios de comunicación. El descubrimiento de múltiples actividades fraudulentas del grupo en el poder y de sus partidos lacayos, les vale; lo único que les importa es ganar y volver a ganar, total: que tanto son cientos que protestan en comparación a los miles que se pueden comprar; además, los votos duros, como los goles con la mano, si el árbitro los avala, cuentan y con ellos se gana.
Dadas estas condiciones, las elecciones no se ganan por valores, propuestas o ideales, sino por despensas, lonches, tinacos, sacos de cemento y demás chucherías que denigran al elector; Se prima la indolencia democrática y se mantiene un sistema donde unos pocos tienen más que muchos millones de pobres; y dado que los intimidantes ganan las elecciones, creen poseer la razón y por considerar que es suya, conciben que cualquier tipo de dominio sobre el pueblo es bueno, por ello usan la corrupción como fuerza; se creen indispensables en el poder, que sin ellos todo sería un desastre, dicen, proclaman, presumen un estado "seguro", sin aceptar que, precisamente son ellos la inseguridad.
Se les olvida que las tiranías, justo cuando eran más poderosas fue cuando cayeron; los aztecas en 1521, la colonia en 1821, el porfiriato en 1911 y porque no, otra singularidad en 2017 y 2018. Porque hoy la ciudadanía libre ha abonado y regado la semilla de la liberación civil y ésta germina fuerte y rápidamente; pronto podrá acabar con la podredumbre y brotará la redención popular. Este verdadero poder está ya caminando a la justicia social; en el auténtico amor al ser humano. Andemos pues en esa ruta y lograremos destruir este nefasto sistema político que por más de 80 años ha doblegado la cerviz del mexicano. Ayudémosles también a ellos (ya sabemos que no van a querer) a destruir la obscenidad del poder que los domina y que cuando más absoluto es éste, menos libre es su cautivo; porque es vencido por las pasiones y los vicios dictatoriales.