La libertad política es la condición previa del desarrollo económico y del cambio social. John Fitzgerald Kennedy.
La historia oficial que por 88 años ha corrompido al país, posee infinidad de mentiras; desde las épocas prehispánicas hasta las actuales, funciona en beneficio de una ideología de partido de buenos y malos y que busca encauzar lo que ella considera verdad, mintiendo en gran envergadura para justificar sus latrocinios y falsedades.
Un pueblo acusado de traición fueron los Tlaxcaltecas, quienes tras luchar contra los españoles y ser vencidos, decidieron unírseles contra sus opresores, los aztecas. Fueron llamados "traidores". Lo cierto es que entonces no existía "México" y pasarían casi 300 años antes de que el auténtico libertador: Agustín de Iturbide, lo creara. La nación tlaxcalteca se encontraba dividida en cuatro grandes señoríos, formando una federación dirigidos por representantes populares; gozaban de libertad y debían reunirse con los otros ciudadanos para resolver negocios comunes como la guerra y las relaciones con otros pueblos. Los tlaxcaltecas elegían a su líder supremo y emprendían las campañas de común acuerdo. Por ello, a pesar de estar rodeado de pueblos vasallos de los aztecas, nunca fueron tributarios mexicas, pero sí, sus perores enemigos.
Los tlaxcaltecas, gracias a su respeto por todas las personas de sus señoríos, lograron preservar su autonomía y llevar a buen término el florecimiento de las artes, emigrando incluso hasta las tierras del norte y fundar ciudades como Saltillo. Fue tal la característica de participación de los tlaxcaltecas en su administración pública, que el propio virrey de la Nueva España autorizó que se continuara con esa figura política y el derecho a poner a su gobernador; así se mantenía una ciudadanía siempre activa; no había personas con más influencia en su organización, todos eran iguales y por ello se les ha considerado una auténtica república.
Hoy los ciudadanos de Coahuila elegimos autoridades políticas; pero antes pensemos en quien es un auténtico ciudadano: aquel que cumple leyes y normas de convivencia social: paga impuestos y acata obligaciones; preferentemente participa en organismos y propone soluciones; promueve respeto y tolerancia a la diversidad; cuida y preserva bienes públicos; respeta el medio ambiente y hace uso adecuado de los recursos naturales Conserva y aumenta el legado cultural, aporta tiempo y talento a la comunidad y siempre está dispuesto a buscar el beneficio social. Ardua y difícil labor. ¿Por qué?
Porque comprometerse en la política es una obligación ciudadana; porque quien se abstrae de la política permite la corrupción y se convierte en cómplice de esta: por que callar ante los hechos antijurídicos es ser tan responsable como el ejecutante, llevar la fiesta en paz es negarse a ser responsable ante su comunidad y alentar a los políticos perniciosos a continuar con sus atrocidades. Si México está hoy en crisis social, es porque no hemos sabido salir a la calle a exigir que se respeten nuestros derechos, porque no hemos constituido organismos civiles que obliguen a los gobernantes a respetar nuestro derecho a exigir, a disentir y a tomar decisiones como ciudadanos conscientes.
Una ciudadanía consciente y participativa es aquella que impide que un grupo de trúhanes se apoderen de la ciudad donde habita; y se enriquezcan para sus lujos y campañas electorales. Una ciudadanía inteligente, diligente, astuta y valiente es capaz de anticipar los coletazos del dinosaurio moribundo que buscar mantener a toda costa el poder y asume el control de su destino sin dejarlo en manos de nefastos delincuentes disfrazados de políticos.
Se pregunta qué debemos hacer los ciudadanos porque el despeñadero es ya abismal; los aztecas nos dejaron la respuesta como escudo nacional: seamos el águila que devora a la serpiente que es el mal; ese mal que son los corruptos; desde el jefe de la pandilla hasta sus más míseros lacayos.
Vamos a casos específicos: Salgamos a votar y elijamos a un ayuntamiento que posea una cabeza inteligente; avezada en escuchar a la ciudadanía y sensibilizarse de la importancia de su participación en las decisiones comunitarias y no, que solamente oiga los gruñidos de quien lo proyectó al cargo para que acate las órdenes encaminadas a la corrupción total y la continuidad de la miseria social que nos abate y cubre como lacra.
Exijámosle crear organismos ciudadanos que den respuesta a nuestras necesidades sociales; que organice un auténtico consejo de transparencia, con ciudadanos honestos que vigilen, fiscalicen y exijan cuentas claras; el actual es una farsa, integrado sí, por unos pocos académicos honestos, pero dirigidos y utilizados por mañosos títeres de la autoridad municipal.
Un ejemplo es la joya de la comunicación municipal: "Radio Torreón" una institución comunitaria que debiera enriquecer la cultura y el arte regional y que está convertido en una más de las armas partidistas; envilecida, prostituida y utilizada con fines electorales. Solución: crear un consejo ciudadano honorífico que la dirija en el campo que debe cubrir, con el personal técnico enfocado a la producción de programas artísticos y una dirección dependiente del consejo y no del alcalde.
Una ciudadanía con participación real en las instituciones electorales que impida los partidos falsos que buscan asegurar el triunfo de la tiranía corrupta. Una ciudadanía exorcizante de la dictadura de la partidocracia, limitante de su poder como ya sucede en Jalisco.
Una ciudadanía que sea capaz de recobrar la dignidad perdida para ejercer su poder y sacarnos de la calidad de pordioseros con la mano extendida, esperando dádivas en lugar de exigir derechos. Una ciudadanía que sea capaz de romper el más atroz, el más horrible de los fraudes de la historia mexicana: la compra de conciencias y dignidad por unos mendrugos de pan, despensas; iniciando con un menudo concentrador de almas en miseria; que practique un voto razonado y útil. Y porque no, una ciudadanía que sea capaz de crear una identidad propia y orgullosa, más allá de los intereses de grupos políticos que la desprecian.