“Más fácil es capacitar técnicamente a un honesto, Que hacer honesto a un capacitado especialista que nunca lo haya sido”.
Jesús “Palillo” Martínez, fue un actor cómico, llamado “el rey de la carpa”, utilizó la sátira política en sus actuaciones, el gobierno, al que no gustaba de sus críticas y burlas, lo detuvo infinidad de veces y en una docena de ocasiones le clausuró el teatro. Siempre se distinguió por aludir sarcásticamente a políticos corruptos; sus obras más destacadas: “Adiós guayabera mía”; diatriba a Luis Echeverría; “Agarren a López por pillo”, “El retrato de Dorian Buey”, “La Corrupción S.A”, “El Maleficio es el PRI” y “Cuna de robos” entre muchas más. Siempre fustigando a los gobernantes en turno; era un auténtico portavoz del pueblo, manifestaba con lenguaje humorístico las inconformidades políticas y sociales de la ciudadanía.
Estos reclamos los hacía con duras referencias: “Llegó el carnaval electoral sexenal con ciudadanos disfrazados: unos de Borrego, otros de bueyes; es una verdadera feria de atracos, latrocinios, saqueos e indignidad”. “Todo para crear rateras administraciones llenas de mal nacidos, logreros; saqueadores; esdrújulos; archipiélagos; pentagráficos; cafiaspiranómicos; pitufos; mulas aparejadas; malditos desgraciados y perversos pútridos”.
“Nunca pude quedarme callado ante la injusticia”; aseveraba Palillo. En un homenaje que Televisa le realizó en vida, en lugar de agradecérselos, mantuvo con honestidad su criterio. Ante sus directivos, públicamente expresó su visión de televisa: “Méndiga institución podrida, acaparadora, malinchista, monopolizadora, envenenadora pública, alcohólica y cervecera; telenovelera podrida, asquerosa; repugnantemente pornográfica y alcahueta...”
Una de las más difíciles tareas que se plantea México es contar con políticos y ciudadanos honestos; el ejemplo de Palillo es épico, siempre humilde, nunca vulgar, buscó presentar la realidad política y murió modestamente; jamás ostentó poder, nunca humilló a persona alguna y mantuvo un alto perfil en su ética carpera.
En las últimas semanas cientos de voces de intelectuales, periodistas, analistas políticos, líderes sociales y millones de ciudadanos están exigiendo la renuncia de los consejeros nacionales del INE; causas: los hechos hablan por sí mismos y no dejan lugar a duda sobre lo imposible de ocultar: En el ranking internacional, México ha descendido en democracia del lugar 50 en 2012, al 67 en 2016, año en que no hubo crisis electorales. Imaginémonos en 2017 después de las elecciones en Coahuila y el Estado de México, con un INE desastroso; la caída en credibilidad será tremenda; afectará al gobierno y a las instituciones electorales, liderándolas a la baja el IEC, faldero moreirista.
Como ejemplos de este amargo trance, retraso en acuerdos del exceso de topes de campaña, absoluciones al partido verde de flagrantes violaciones y la negativa a investigar compras de votos, aperturas ilegales de ánforas y amparar oples deshonestos como el de Coahuila; actos corruptos que dondequiera se llaman “complicidad” Ahora el INE se prepara para nombrar consejeros electorales locales y distritales, bien valdría la pena considerar algunos criterios fundamentales; buscar un perfil ideal de los ciudadanos a elegir, no le vayan a resultar como los del IEC, que fueron juzgados en primera instancia por sus conocimientos de derecho electoral y nunca por su honorabilidad; el resultado es ampliamente conocido.
Realicé una consulta con consejeros del INE que han demostrado, en la práctica, su amor a la legalidad y a la honestidad: entresaqué los valores que proponen a fin de crear la imagen de un buen consejero, que lo mismo podría funcionar en el INE, que para el sistema anticorrupción: Ciudadanos que no se dejen influenciar por las falacias de los partidos políticos o por las mentiras proclamadas por la propaganda gubernamental; con marcado compromiso social y experiencias con organizaciones cívicas; que no hayan pasado por las filas partidistas; con capacidades diplomáticas para relacionarse con líderes que tomen decisiones; con capacidad de escucha. Independientes de presiones políticas y económicas; conocida honestidad para enfrentar y resolver problemas; continuos buscadores del aprender y razonar; capaces de reconocer sus límites para rodearse de personas que lo asesoren técnicamente. Espíritu de servicio e imparcialidad más no neutralidad. Valientes para anteponer su deber a cualquier otra causalidad.
Solidarios, íntegros; buscadores de la verdad; que por “institucionalidad” no quieran quitarle golpes al INE convirtiéndose en cómplices; su misión no es “apagar fuegos”; sino denunciar constantemente errores y faltas. Tutores de los derechos de los ciudadanos, luchadores contra ocultamientos, exigentes para transparentar y publicar decisiones. El consejero electoral no tiene que ser un experto en derecho electoral, para ello están los vocales de las juntas ejecutivas que manejan las leyes a la perfección; sí debe poseer una visión jurídica, pero el aspecto más importante es su libertad ciudadana; que no se deje asustar con que es sujeto a la ley de responsabilidades; eso corta las alas de la libertad y lo sujeta a caprichos del poder central.
Que vigile al árbitro y no acepte “soluciones políticas” sino que busque sancionar las violaciones legales; ahora resulta que, por los “topes de campaña” y no por los delitos electorales durante la jornada, se quiere resolver la podredumbre del 4 de junio.
Que no acepte las falacias de quienes buscan el poder por el poder: “haiga sido como haiga sido”. Para un consejero ciudadano honesto, lo importante es el respeto a la dignidad del humilde votante a quien se le compró con mendrugos y, hasta la de los mismos representantes de casilla del PRI, a quienes se les pagó y luego se les obligó a firmar que no habían cobrado.
Consejeros que exijan se castiguen los actos de corrupción electoral; negarlos sólo abona a la impunidad y a la invitación a que se sigan cometiendo, ahora ya aprendidos, probados y refinados para el 2018; una de las pocas vías pacíficas que quedan para impulsar un cambio desde el respeto al estado de derecho y el respeto a la voluntad ciudadana es contar con consejeros de probada honestidad tanto en el INE como en los sistemas nacional y estatales anticorrupción; de lo contrario, el hartazgo puede llegar muy lejos.