Investigación. Eduardo Cruz Vázquez critica que en las universidades mexicanas no haya equipos dedicados a investigar temas que aborden la economía y cultura.
IVáN HERNáNDEZ
El Siglo de Torreón
Eduardo Cruz Vázquez, coordinador del Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (GRECU) y responsable de la Casa Rafael Galván de la Universidad Autónoma de México, visitó La Laguna para presentar el libro Sector cultural: claves de acceso.
El documento tiene por objetivo promover la importancia de establecer una economía cultural para el desarrollo del país.
Cruz Vázquez explora lo que tendrían que hacer gobiernos, empresarios y asociaciones civiles para lograr una armonía entre las diversas manifestaciones artísticas y el beneficio económico; conseguir que el arte, más allá de la cuestión simbólica, proporcione recursos para vivir.
Un paso que no se dio en esa dirección, señaló el investigador, fue la aprobación en el Congreso mexicano de la Ley General de Cultura, norma que no responde a la necesidad de vincular economía, cultura y desarrollo.
"Estamos lejos de articular esos tres conceptos", fue su dictamen.
Sobre el panorama actual de los esfuerzos relacionados con la cultura, el investigador lo comparó con un "archipiélago", con "muchas islitas". Se trata, declaró, de un problema ideológico, ya que México se debate entre dos modelos que marcan los quehaceres estéticos.
El primero, el estadounidense, posee una "muy flexible y estimuladora política fiscal". Eso permite que muchas personas se dediquen al desarrollo cultural. La alternativa es el modelo francés. La cuestión es que la nación europea es una gran recaudadora de impuestos. La redistribución que practican les permite tener el ministerio de cultura más antiguo del planeta.
En México, que no tiene ni una política fiscal para la cultura ni una redistribución adecuada, abundó, se le ha apostado más al modelo de Francia.
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Los números del arte
Según Cruz Vázquez existe un prejuicio en el sector cultural a ponerle número a las cosas: "Les encanta vender el valor simbólico". Si bien consideró que la negativa a revelar costos puede deberse a la falta de costumbre, comentó que promotores, facilitadores, organizadores y prestadores de servicios culturales deberían tomar en cuenta que: "se puede decir lo que costó, salvo que ocultes algo". El investigador también criticó que el impacto de las expresiones culturales se sigue midiendo con un "indicador de la prehistoria": el número de asistentes. "Si era para 50 mil y llegaron 45 mil es un éxito, si era para mil y llegan 100, se le sube un poco la cifra", ejemplificó. Aseguró que la alternativa es medir el logro cualitativo, lo qué se lleva el público a casa.
La claves
Eduardo Cruz pide poner atención en:
⇒ No hay investigación sobre economía y cultura.
⇒ Se puede vender algo más que el valor simbólico.