La puerta de mi casa da al oriente. También da a ese rumbo el grande ventanal.
Por la mañana el Sol entra a raudales. No sabe de clichés o frases hechas, por eso entra a raudales. Si supiera de estereotipos seguramente procuraría entrar en otra forma menos dicha.
En las noches la luna llena llena la sala con su resplandor y me ilumina el alma.
Me alegro por la luz que entra a mi casa. Recuerdo la frase que en sus Confesiones escribió San Agustín: ". Sol et luna, pulchra opera tua.". El Sol y la luna, esa hermosa obra tuya. Tiendo las manos y tomo en ellas el fulgor del día y la nocturna claridad.
Llevaré conmigo ese don iluminado para cuando lleguen a mí las tinieblas que algún día llegarán. Entonces tenderé las manos, y de ellas saldrá la luz que recogí en mi casa y que guardé para conjurar las sombras.
¡Hasta mañana!...