-Tuve una hijita -relata la mujer morena-. Pero como no me la admitían en la casa donde iba a trabajar decidí venderla.
¿Qué edad tiene esta historia? Puede tener 100 años, ó 50, o diez. Quizá sucedió ayer. Nos habla de pobreza; de injusticia; de discriminación. Miles de mujeres indígenas dejan el lugar en que nacieron y vivieron sus primeros años y van a trabajar en las ciudades grandes, lo cual implica una dolorosa separación, un desgarramiento.
Esas "trabajadoras del hogar" -ya no se llaman sirvientas, criadas, y ni siquiera empleadas domésticas- no reciben la publicidad de los indocumentados. Y, sin embargo, también envían dinero a sus familias, y sufren igualmente las penalidades del destierro.
Muchos dramas humanos suceden frente a nosotros, y no los vemos. Tan grande indiferencia ante el sufrimiento de los pobres forma parte también de la injusticia y la discriminación.
¡Hasta mañana!...