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Mocoa está convertida en zona de desastre

LA CIUDAD ESTá EN ESTADO DE CHOQUE, SIN AGUA POTABLE NI ELECTRICIDAD

Sin cesar. Rescatistas, militares y pobladores se mantienen en las labores de búsqueda de los cuerpos de cientos de desaparecidos por la avalancha que golpeó a Mocoa.

Sin cesar. Rescatistas, militares y pobladores se mantienen en las labores de búsqueda de los cuerpos de cientos de desaparecidos por la avalancha que golpeó a Mocoa.

EFE

La ciudad colombiana de Mocoa era ayer una zona de desastre, donde decenas de socorristas buscaban entre una espesa capa de lodo a supervivientes, heridos y cadáveres dejados por la avalancha que asoló en la madrugada del sábado la capital del selvático departamento de Putumayo.

El río Mocoa y sus afluentes Sangoyaco y Mulatos formaron ríadas de agua, lodo, piedras y árboles que arrasaron 17 barrios de esta ciudad unos 45 mil habitantes situada en el sur del país, en la zona de frontera con Ecuador.

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, dijo que el número de personas fallecidas por la avalancha que destruyó varios barrios de la ciudad de Mocoa subió a 254, según los más recientes informes.

Minutos antes, en una alocución al país, el jefe de Estado había informado de que los fallecidos hasta ese momento eran 210 y los heridos 203, aunque advirtió de que esas cifras seguramente subirían.

El director del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Carlos Eduardo Valdés, explicó que hasta el momento ha realizado 108 necropsias, ha realizado 45 "identificaciones plenas y ha entregado 34 cadáveres".

El funcionario agregó que pide "paciencia" a los familiares porque lo que se busca es no entregar cadáveres "equivocados" o que no estén plenamente identificados.

Santos viajó por segundo día consecutivo a la zona para comandar las tareas de atención de las víctimas.

Gran parte de la capital del Putumayo, un departamento tradicionalmente afectado por el conflicto armado y los cultivos de coca, permanecía ayer domingo bajo una espesa capa de lodo en la que sobresalían restos de casas, muebles, troncos y decenas de vehículos arrastrados por fuerza de la naturaleza.

Según el jefe de Estado, del total de fallecidos 170 fueron identificados "en tiempo récord" y 112 "están a disposición de la Fiscalía para ser entregados a sus seres queridos".

"Tenemos un reto grande que es el de continuar con la búsqueda de desaparecidos, por eso hay 400 expertos por la cuenca (de los ríos), también estamos apoyándonos por vía aérea con los helicópteros y además un soporte en la parte de Puerto Guzmán y Puerto Limón con unos botes inflables", dijo por su parte el director de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), Carlos Iván Márquez.

Con su ciudad todavía en estado de choque, sin agua potable ni electricidad, los habitantes de Mocoa esperaban a las puertas del cementerio o examinaban las listas que cuelgan en el hospital en busca de sus seres queridos.

"Esto fue un desastre total, con la gente corriendo de un lado para otro y el río corría por las calles", relató José Noel Marcasú, propietario de una ferretería que lo perdió todo aunque salvó su vida porque a la hora de la avalancha, por ser de noche, estaba en su casa en otro sector de Mocoa.

Por su parte, Víctor Andrés Montenegro, quien buscaba a su esposa y su hermana entre las listas del hospital, vivía la confusión y el temor que sufren los supervivientes.

"En mi corazón no siento que estén muertas, pero el momento que viví (cuando se produjo la avalancha) sentí morir y no creo poderlas encontrar con vida. Si se da eso es una bendición y no pierdo las esperanzas pero siendo realistas, (viendo) las consecuencias de ese desastre que pasó, es imposible", comentó.

Una lista, la última esperanza

La ciudad colombiana de Mocoa pasó ayer su segunda noche a oscuras tras la avalancha que se produjo en la madrugada del pasado sábado.

En la zona central de la ciudad algunos establecimientos cuentan con energía, lo que permite que durante algunas horas los viandantes puedan ver el suelo que pisan, pero en las zonas más alejadas la luz es nula.

Para garantizar la seguridad ante esta situación, centenares de militares, mucho de ellos de la Policía Militar, patrullan para evitar saqueos, especialmente en las zonas comerciales donde el agua ha arrasado buena parte de los mecanismos elementales de seguridad como puertas o cierres metálicos.

Algunos restaurantes han recurrido a las velas para poder dar algo de luz a sus clientes y mantener la luz prendida. También recurren a barbacoas, no sólo ellos, sino muchos de los vendedores informales que proveen de comida a los viandantes, periodistas y curiosos que han llegado hasta la zona.

En los albergues dispuestos para las familias que han perdido todo en la avalancha, generadores de gasolina mantienen varias luces prendidas.

Así sucede también en alguna de las iglesias, que no sólo están dando cobijo físico sino también espiritual a los mocoanos.

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