Reporte. Del total de niños y niñas migrantes registrados en este 2017, 25 de ellos hacían su paso por Durango en soledad.
Se considera que un niño debe concentrar su energía en estudiar, jugar y vivir plenamente; lleno de amor, seguridad y con la satisfacción de sus necesidades básicas; recibiendo el calor de un hogar y una familia que lo quiera.
Este panorama no es una realidad para los niños migrantes, quienes deciden emprender el viaje al vecino país de Estados Unidos, dejando atrás sus juguetes por cargar una maleta llena de esperanza, con la ilusión de alejarse de la pobreza, la violencia y buscar una mejor vida; e inclusive, encontrar a sus familiares, pero exponiéndose a peligros que no son acorde con su edad.