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Nos chingamos al Estado

SALVADOR SÁNCHEZ PÉREZ

El pasado martes 21 de febrero, la PGR ofreció una disculpa pública y reconoció la inocencia de Jacinta Francisco Marcial, Alberta Alcántara Juan y Teresa González Cornelio, quienes habían sido acusadas y sentenciadas a 21 años de cárcel, por haber secuestrado a seis agentes de la Agencia Federal de Investigación (AFI).

Este caso es paradigmático de la triple discriminación a las mujeres, a los indígenas y a los pobres, sin embargo, este caso ilustra también de manera ejemplar las relaciones de sumisión a las que nos hemos acostumbrado desde niños. El caso ocurrido entre estas tres mujeres y la PGR revela también mucho de nosotros mismos.

A grandes rasgos todo ocurrió así: el 26 de marzo de 2006 seis elementos de la Agencia Federal de Investigación (AFI) llegan a la plaza central de la comunidad indígena otomí (ñhä-ñhú) de Santiago Mezquititlán, municipio de Amealco de Bonfil, Querétaro.

En el lugar despojan de su mercancía a varios comerciantes, se arma caos, interviene el agente del Ministerio Público de San Juan del Río. Acuerda con los indígenas la devolución en dinero de la mercancía, para ello tendría que trasladarse a conseguir el efectivo. Ordena a uno de los agentes de la AFI permanecer en la comunidad como garantía de su palabra. En la tarde regresan acompañados de agentes de otras corporaciones, entregan el dinero y se retiran.

Doña Jacinta Francisco Marcial tenía un puesto de aguas frescas cerca de la plaza, un reportero del periódico Noticias de Querétaro le toma una foto, con la cual ilustra la nota que aparece el día siguiente.

El 4 de agosto de 2006, cuatro meses después, Jacinta es llevada a Querétaro y conducida al Juzgado Cuarto de Distrito. Ahí es presentada a los medios de comunicación, hasta entonces se entera de la acusación. Ese mismo día se dicta orden de aprensión contra de las tres mujeres.

El 19 de diciembre de 2008, dos años después, se condena a Jacinta a 21 años de prisión y dos mil días de multa, a sus coacusadas igual.

A estas alturas del proceso, el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, A.C., asume la defensa del caso.

En abril de 2009 se apela la sentencia y el Tribunal Unitario resuelve revocarla y reponer el procedimiento.

En septiembre 2009 -tras tres años y dos meses en la cárcel- Jacinta es excarcelada y Alberta y Teresa, en 2010, después de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación revoca sus sentencias y las declara inocentes, atendiendo también una Recomendación de la CNDH del año anterior.

La defensa continúa el procedimiento, exigiendo ahora resarcir el daño.

El 28 de mayo de 2014 el Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa (TFJFA) falla resarcir moral y materialmente a Jacinta Francisco Marcial.

Como la PGR se niega a cumplir la sentencia, el proceso continúa y ahora el equipo defensor acude a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), cuya Segunda Sala se lo exige, en 2016.

Finalmente, la semana pasada, el 21 de febrero, el titular de la PGR, Raúl Cervantes, en un evento llevado a cabo en el Museo Nacional de Antropología e Historia, "de manera forzada, no por voluntad", ofrece una disculpa pública y reconoce la inocencia de las tres mujeres.

Por su valor dejamos aquí una selección de sentencias significativas del discurso de Estela Hernández, hija de Jacinta, en esa ceremonia.

"Es lamentable, vergonzoso e increíble que a seis meses de cumplirse 11 años del caso 48/2006… hoy por fin la Procuraduría General de la República reconoce, de manera forzada, no por voluntad, que el caso citado fue un error.

"La disculpa es por funcionarios mediocres, ineptos, corruptos e inconscientes que fabricaron el delito de secuestro e inventaron que Jacinta era delincuente;

"Hoy queda demostrado que ser pobre, mujer e indígena no es motivo de vergüenza. Vergüenza hoy es de quien supuestamente debería garantizar nuestros derechos como etnia, como indígenas y como humanos.

"A los que sólo piensan en el dinero de reparación de daños, no se preocupen. No nacimos con él, ni moriremos con él; nuestra riqueza no se basa en el dinero.

"Actualmente conocemos autoridades ignorantes, corruptos y vendidos. No les damos las gracias, le exigimos que si no saben hacer su trabajo renuncien a sus cargos.

"Si no tienen dignidad que sea por vergüenza, si no tienen vergüenza que sea por sus hijos, por mis hijos, por los de todos nosotros.

"Como dijo una compañera cesada en Querétaro: hoy nos chingamos al Estado. Hasta que la dignidad se haga costumbre. Gracias".

Y hasta que nosotros aprendamos a trabar, de ordinario, relaciones horizontales. Las relaciones de sumisión nos son harto cómodas, pero nosotros somos humanos, somos racionales, tenemos dignidad.

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