ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)
CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
ADOLESCENCIA EN EL SIGLO XXI
OCTAGÉSIMA PARTE
Podríamos estar de acuerdo, que cuando se habla de parejas, la mayoría imaginamos lo que ello representa: el cortejo, el noviazgo y naturalmente la unión matrimonial, a pesar de que en nuestra época ese camino tradicional que se tomaba su tiempo y avanzaba paulatinamente para moverse del uno al dos, en donde podía colgarse y merodear una buena temporada como una plataforma de indecisión o de espera, reflexionando, razonando, cuestionando, buscando esa señal especial, oportuna e inspiradora, que finalmente funcionaría como el último empujón para llegar al tres, y completar así esos primeros pasos que se planteaban como necesarios e indispensables; modelos de buen gusto al fin para fincar una relación tradicional de pareja; una relación que de ninguna manera se iba a detener en esa etapa, en ese tercer paso que marcaban las buenas costumbres, ya que la vida tendía a continuar y sucesivamente se seguiría moviendo por diferentes derroteros, más o menos recta, más o menos zigzagueante, llena de sorpresas, fascinantes o amenazadoras, de sobresaltos, de cambios impredecibles, de novedades, de curvas, de ascensos y descensos, como una montaña rusa que llevaría su propio ritmo de acuerdo a cada pareja, a sus expectativas, sueños, circunstancias y a la forma en que el ambiente y ellos mismos hubieran moldeado su propia estructura, su propio "destino". Tradicionalmente hemos sido educados e informados por la cultura nacional y de nuestra época, en ese ideal numérico de las secuencias lógicas que nos aseguran que después del cero en donde supuestamente iniciamos, seguiremos con el número uno que es el primero de la cuenta, para continuar en seguida con el dos, antecedente del tres y así sucesivamente ese orden numérico tiende a uniformarnos, a controlarnos y a mantenernos civilizadamente estructurados. Y sin embargo, en este México de hoy, caótico, incoherente, contradictorio, falto de orden y de disciplina, parece que ese tipo de numeración tradicional, no llega a tener sentido para un buen porcentaje de los adolescentes y los adultos jóvenes del presente, de manera que quizás influidos, moldeados e identificados con ese desorden nacional en que vivimos en el silgo XXI, las relaciones de pareja no necesariamente inician en la plataforma del cero o del número uno, sino que lo mismo les da saltarse hasta el cincuenta, el noventa, el veintidós o el quince, porque ese otro supuesto orden tradicional está trastocado, disfrazado, camuflageado y, maquillado bajo una careta que pueden adivinar y descubrir artificial, que por ende, no parece tener sentido alguno para ellos… y quizás tengan razón. ¿Cómo se puede entrar en un orden e intentar internarse y conformarse en un sistema disciplinado, en una sociedad donde tal concepto ha ido desapareciendo paulatinamente, si es que alguna vez ha existido, hasta llegar a esa especie de caos amorfo que nos rodea e invade actualmente? Por eso entonces, al hablar de parejas, no necesariamente tenemos que comenzar por el noviazgo y el matrimonio de dos personas como pareja primaria, sino que debemos considerar la importancia básica de aquellas parejas conformadas en un orden diferente, tales como las parejas: individuo-orden, individuo-disciplina, individuo-aprendizaje, individuo-educación, individuo-investigación, individuo acción; parejas donde igualmente el amor, el compromiso y la constancia son condimentos esenciales para su supervivencia y productividad, como un estilo de parejas que necesitamos apoyar urgentemente entre los adolescentes y los adultos jóvenes de nuestro país, en un intento para contrarrestar este caos que vivimos y que nos mira sombría y amenazadoramente desde el mañana (Continuará).