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NUESTRA SALUD MENTAL

DR. VÍCTOR ALBORES GARCÍA

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. PSILAC

CAPÍTULO COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

ADOLESCENCIA EN EL SIGLO XXI

OCTAGÉSIMA SEXTA PARTE

No cabe duda que las grandes tragedias humanas y las inesperadas e intempestivas quejas lastimeras de la Naturaleza , provocadas tal vez por nosotros mismos, ponen a prueba nuestras capacidades a la vez que nuestras debilidades, transmitidas definitivamente en esos sueños a los que me he estado refiriendo: esos sueños cándidos y frescos de las generaciones jóvenes o incluso de aún tantos individuos de las generaciones mayores que aún preservan esa cualidad y son capaces de soñar todavía, lo cual contrasta radicalmente con aquellos otros sueños, los que ya se han marchitado, los que han mal envejecido con el tiempo hasta secarse desoladoramente con la edad, perdidas sin remedio su vivacidad y lozanía, derrumbados y desperdiciados en el camino. Los terremotos de los últimos días en varias áreas neurálgicas de nuestro país, han mostrado ampliamente tales contradicciones y los contrastes tan profundos que caracterizan los sueños de unos y otros mexicanos. Es así, como una enorme comunidad de jóvenes soñadores hombres y mujeres, apoyados igualmente por aquellos adultos que aún mantienen esa energía y capacidad de soñar, unidos fraternalmente en ese espíritu de ayuda, quienes en forma voluntaria y hasta podríamos decir heroica, han unido y mantienen sus esfuerzos para marcarnos un ejemplo y darnos una increíble y fantástica lección de lo que significa y puede lograr la unidad, la hermandad, el civismo, la generosidad y esa preocupación, celo y espíritu comunitario que en circunstancias semejantes puede surgir desde lo más profundo de un ser humano para socorrer y atender a sus semejantes ante las amenazas de peligro, de sufrimiento, enfermedad y muerte, o de caos y desequilibrio, como lo que en una u otra forma hemos vivido de cerca o de lejos todos los mexicanos en las últimas semanas. Igualmente y bajo tales circunstancias surge paralelamente el lado oscuro y ruin de la naturaleza humana, cuando aquellos individuos que representan la bancada de nuestros partidos políticos y de las líneas hegemónicas de nuestra administración pública y de nuestra política nacional a todos los niveles, muestran patéticamente una vez más sus mezquinos interese personales, su egoísmo y vanidad profundos, su arrogancia, su ambición desbordada e interminable, su pobreza de espíritu y su fantástica capacidad para manipular, defraudar, defender y robar lo que en realidad nunca les ha pertenecido. Se trata de esas nuevas encomiendas y sistemas latifundistas medievales, presentes todavía desde hace quinientos años porque quizás nunca han desaparecido del todo, representadas por individuos prendidos y aprisionados por el poder que buscan prolongarlo en dinastías y líneas hereditarias de gobernantes, para repartirse al estilo de nuestra época colonial las propiedades, los territorios y las riquezas nacionales, indiferentes a tos trágicos hechos recientes, sin un ápice de empatía y de hermandad hacia todos esos mexicanos que han muerto o han perdido sus posesiones y se encuentran en condiciones lastimeras. Perdidos sus sueños, disfrazados bajo las sólitas máscaras de hipocresía y sonrisas acartonadas, nos tratan de convencer con discursos falsos y repetitivos, que esconder la dilapidación y desperdicio de sus sueños, si es que en algún momento los llegaron a tener, para mostrarnos descarnadamente el enorme abismo que existe entre los sueños y las acciones de ambas generaciones, que obliga a cuestionarnos el futuro de México (continuará)

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