ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA A.C.
CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
ADOLESCENCIA EN EL SIGLO XXI NONAGÉSIMA PARTE
Para muchos quizás no será muy aparente, ni se trate de un fenómeno consciente ni tal vez represente algo novedoso., o simplemente no les importa y lo viven como una experiencia inútilmente cotidiana, como tantas otras que pasan desapercibidas a lo largo del año; pero independientemente de todo ello y de cómo se pueda percibir, la realidad es que se trata de un fenómeno sumamente fascinante e importante, que compulsivamente tiende a repetirse año tras año en estas épocas tan celebradas y significativas no sólo en México, sino en la mayoría de países del planeta, o al menos en los que respecta al mundo occidental. Sin embargo y más específicamente en nuestra comarca, y tal vez quizás en el resto del país, surge nuevamente el tema de las emociones y los sentimientos, de los impulsos y del estilo en que solemos manejarlos. Es indiscutible que en estas fechas se mezclan emociones y sentimientos extremadamente variados y contradictorios canalizados igualmente en formas caleidoscópicas que le dan sabor, color y calor a nuestra cultura y a nuestras tradiciones reflejadas obviamente en las conductas de nuestros adolescentes. Es así, como la fe, el fervor y la religiosidad dedicadas intensamente a la Guadalupana en los días pasados, se van entrelazando además con otra serie de emociones no menos intensas que van invadiendo el ambiente navideño conforme se acerca ese día en que celebramos la llegada del Niño Jesús, con no menos fervor y religiosidad, para proseguir hasta el final del año y celebrar grandiosamente la terminación de uno más, para empezar con otro nuevo, que siempre recibimos con un cúmulo de sentimientos también de fe, felicidad, esperanza y regocijo ante la incertidumbre de lo que esperamos, con esa sensación optimista de que nos irá mejor y nos llegarán los bienes que deseamos. Son fechas en que paralelamente se suma la nostalgia de tantas de nuestras memorias, esos recuerdos agradables o difíciles, trágicos o memorables que veladamente escondemos a lo largo del tiempo, pero que en este período parecen volver a la superficie y llegan a inundarnos de tristeza, decepción, impotencia, vergüenza, culpa o enojo sin siquiera concientizarlos. En un mundo tan tecnológico y consumista como el que vivimos, no podemos escapar entonces a ese contagio colosal que se extiende en las redes y es alentado por la mercadotecnia, gracias al cual se nos exige comprar y consumir todo aquello que es consumible, invadir, competir, estorbar o irrumpir el territorio y los derechos del otro, como órdenes tajantes que sacan a la superficie nuevamente nuestros impulsos más primitivos, agresivos, desagradables, incivilizados y aguerridos, desahogados irresistible y hasta impunemente a la hora de empujarnos y atropellarnos en los comercios, en las baratas, en las calles, en las reuniones, en las fiestas, en las posadas y las celebraciones que pueden terminar en borracheras, cuando perdemos nuestros modales y nuestros controles y esas emociones primitivas se tornan en ansiedad cabalgante y depresiones intimidantes que ilusoria e inconscientemente queremos solucionar en esa forma, corriendo aceleradamente sin dirección y consumiendo interminablemente sin sentido en esa mezcla arcaica de paganismo y religiosidad que nos caracteriza a los humanos como tales... Continuará.