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El Quijote II, 54

Después de abandonar la Ínusla Barataria que gobernó apenas por diez días, Sancho Panza encuentra en el camino a su antiguo y caro amigo Ricote el morisco, que había sido tendero en su aldea, expulsado de España como lo fueron los de su nación por real orden de Felipe III en 1609, quien regresa subrepticiamente disfrazado de alemán con un grupo de peregrinos.

Al hacer un alto en el camino para comer, Ricote invita a Sancho a que lo acompañe con los que con él venían. Y "haciendo manteles de las hierbas, pusieron sobre ellas" de lo que venían proveídas sus alforjas: pan, nueces, aceitunas, jamón y "un manjar negro que dicen se llama cavial y es hecho de huevos de pescados, gran despertador de la colombre" (provocadora de la sed de vino), por lo que sacaron sus botas llenas de este gustoso líquido y "estuvieron un buen tiempo trasegando en sus estómagos las entrañas de las vasijas.

Todo lo miraba Sancho, y de ninguna cosa se dolía, antes, por cumplir con el refrán, que él muy bien sabía de 'cuando a Roma fueres, haz como vieres', pidió a Ricote la bota y tomó su puntería como los demás, y no con menos gusto que ellos".

Es decir, hizo lo que vio hacían los peregrinos extranjeros. Aunque Cervantes cita la versión de "cuando a Roma fueres", parece que era más popular la fórmula "A donde fueres, haz como vieres".

J.A García Villa

@jagarciavilla