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Nuevo modelo, ¿educativo?

Con/sinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

La educación es un instrumento, es decir, es un medio y no un fin. Como tal, debe responder a propósitos claros, es decir, tener una utilidad. En el caso del sistema educativo de una nación, sus objetivos necesitan partir del beneficio público, es decir, de aquello que es bueno para la sociedad en su conjunto y no sólo para los individuos que están en formación.

En México hay problemas bien identificados (desigualdad, corrupción, impunidad, inseguridad, violencia, etcétera) cuya solución es requisito indispensable para alcanzar la prosperidad generalizada. Sin embargo, el nuevo modelo educativo presentado esta semana por el gobierno de Peña Nieto insiste, al menos en el papel, en apuntar hacia otro destino en el que los saberes son responsabilidad de cada quien y su aplicación depende de la voluntad individual.

Que uno ponga lo que sabe al servicio de los demás, no debería de depender de una elección sino de una convicción que obliga y compromete. Todo saber entraña una responsabilidad que está vinculada al bienestar de los demás y del espacio en el que habitan.

La Organización Mundial de la Salud estima que al menos la mitad de los antibióticos que los médicos recetan a nivel planetario, no debieron haberse prescrito. Especialistas en la materia aseveran que ese porcentaje sube a más del 75% en nuestro país. Allí un ejemplo del conocimiento que no está al servicio del bien colectivo sino al de una industria, la farmacéutica, a la que no le importa dejar 700 mil muertes anuales ocasionadas por la resistencia de las bacterias a los antibióticos.

El gran vacío en el nuevo modelo educativo para México, es que continua con la desvinculación entre conocimiento y acción social. Se sigue pensando en la ética y el civismo como "otras materias más", cuando deberían ser el eje articulador de todo saber. El que enseña matemáticas, debería educar cómo se usan para el bien de otros; el maestro de inglés, tendría que enseñar cómo podemos ayudar a los demás gracias al manejo de otra lengua; el que da clases de tecnologías debería mostrar la manera de cuidar de otros con el uso de los dispositivos; y todos, deberían hacerlo con el ejemplo cotidiano y sostenido.

El más importante defecto del nuevo modelo educativo sigue siendo que enseña a cada quien a preocuparse sólo por lo que le corresponde; a ver a los demás como competidores que están inmersos irremediablemente en una lucha por poder en la que es necesario aniquilar al otro para sobresalir.

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