El cultivo del algodón en La Laguna se remonta a 1840 y ya en la década de 1880 destacaba su producción a nivel nacional. En esa época se iniciaba su cultivo en el valle de la Comarca Lagunera y en los tiempos en que no existían las presas se dependía con gran incertidumbre de las avenidas aleatorias del río Nazas, que no siempre se presentaban cuando los sembradíos requerían el agua.
En aquel entonces se sembraba el algodón de marzo a abril con la humedad obtenida durante septiembre y octubre del año anterior con las avenidas del río Nazas. Para contar con suficiente humedad en los suelos, se anegaban las parcelas con grandes volúmenes de agua de hasta un metro de altura, sin embargo, en los siguientes meses de mayo a julio se aplicaban riegos adicionales con agua subterránea para el desarrollo del algodón, ya que en esos meses no se presentaban escurrimientos en el río. La práctica de aniego por inundación de los predios, con el fin de aprovechar las avenidas del río, se aplicó por muchos años, arraigándose dicha costumbre.
Con la apertura de la presa Lázaro Cárdenas en 1946, se pudo planear mejor la utilización del agua conforme las necesidades de los cultivos, con lo que se logró la programación oportuna de los riegos y se pudieron guardar reservas para los años subsiguientes, motivando a un cambio en las prácticas de riego con un uso más eficiente del agua. Al eliminarse la incertidumbre de las avenidas del río Nazas, ya no se requería el aniego tan abundante, reduciéndose las láminas de riego. Paulatinamente se han ido incorporando mejores técnicas de riego, aun cuando falta mucho por hacer.
Es sorprendente la enorme cantidad de pérdidas de agua que ocurren en la conducción, distribución y en la aplicación en parcelas, que ascienden al 70% global. En otros distritos de riego del país, las eficiencias se han mejorado substancialmente con los programas de tecnificación. La modernización y tecnificación de los sistemas de riego son un ejemplo a seguir en la Comarca Lagunera para el manejo del agua superficial y subterránea.
La mayor cantidad de pérdidas de agua se presenta en la red menor de distribución y en la aplicación del riego en parcelas, que en conjunto representan alrededor del 70% de las pérdidas totales. Es en esta parte de los sistemas de riego donde se requiere mejorar el control y hacer más eficiente el uso del agua.
Desde hace más de 30 años se empezaron a instalar algunos sistemas de riego tecnificados en la región, sin embargo, el avance ha sido relativamente limitado. A la fecha se continúa regando la mayoría de los predios agrícolas con acequias y por aniego. Se requiere de un programa intensivo de modernización y tecnificación de los sistemas de riego agrícola, que permita avanzar significativamente en el uso eficiente de este recurso, tanto con el agua superficial como con el agua subterránea, para obtener ahorros del 30% al 60% o más en el uso del agua, mismos que no deben destinarse a incrementar la superficie cultivada.
