En religión, como en política y otros temas, los aprendizajes se desarrollan por etapas de madurez psicológica y social. Cuando somos niños, por ejemplo, creemos ciegamente en la existencia de tres reyes magos que el seis de enero nos regalan juguetes, conmemorando sus ofrendas al Niño Dios cuando nació. Sería prácticamente imposible encontrar un adulto, aunque sea creyente cristiano o católico, que crea que el Día de Reyes recibirá un juguete de tres padrinos mágicos.
Asimismo, nuestro conocimiento sobre ciencias sociales y políticas debería ir creciendo, complementándose, enriqueciéndose al paso de los niveles de educación básica y media, hasta llegar a la madurez del ciudadano que, en su mayoría de edad, está habilitado para ejercer sus derechos y cumplir con obligaciones propias de su identidad. Sin embargo, así como encontramos niños que memorizan que "la democracia es el gobierno del pueblo", también conocemos una gran cantidad de adultos que siguen desconociendo las implicaciones reales, concretas y cotidianas de semejante definición.
En gran medida, esta inmadurez política de gran cantidad de ciudadanos mexicanos ha sido procurada por un sistema que se define como democrático para legitimar el ejercicio desmedido del poder de sus gobernantes. Porque podemos discutir ampliamente si los setenta años de hegemonía priista en el poder fueron en verdad "la dictadura perfecta" a la que cantidad de autores hacen alusión, o divagar entre sutilezas del lenguaje, pero la realidad es que pocos, muy pocos mexicanos ven sus intereses representados en cualquier nivel u oficina de gobierno.
La desatención personal y colectiva hacia temas de política, propiciada por el factor que sea, tiene costos y ahora vemos que son altos. En Coahuila estamos al filo de iniciar seis años de continuidad moreirista, con todo el desorden financiero y la tragedia humana que esto implica: hospitales generales sin un desenfriol o una gasa para atender a la población; empresas "fantasmas"; duplicidad de recursos aplicados a la misma obra pública; impunidad generalizada en la procuración de justicia; feminicidios y violaciones; agresiones a periodistas; miles de personas, de carne y hueso, desaparecidas…
En PC29 nos comprometimos a contribuir al desarrollo de una sociedad democrática. No se trata de frases construidas para publicidad o propaganda social y política. Es un compromiso que implica construir nuevas ideas, en colectivo, sobre la democracia misma. Es un proyecto de comunidad para promover valores democráticos: la rendición de cuentas, la transparencia, el combate a la corrupción, como base para empezar a hablar de un verdadero "gobierno del pueblo", que sirva y deje de servirse, como en el caso de los Moreira, a manos llenas, sin el menor recato.
Participar, opinar, señalar, proponer, aun sobre las bases que gobiernos autoritarios y corruptos han propuesto, no son actos de ingenuidad. Son acciones que emprendemos mientras vamos buscando más aliados. Y soñamos, manos a la obra, con la formación de nuevas generaciones de ciudadanos, comprometidos y maduros políticamente, dispuestos a trabajar desde la trinchera que se elija, en beneficio de la mayoría.
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