No cabe duda que las mascotas son como los hijos, todos son diferentes y se quieren por igual, con sus defectos y virtudes.
Hasta ahora, si mal no recuerdo, siempre había escrito de mascotas valerosas e inteligentes que daban su vida por la de su amo en un campo de batalla, pues bien, ahora la historia de "Micky" es algo diferente.
Se trata de un pequeño Poodle de seis años de edad, llegó a la casa como regalo de Navidad. Se caracterizaba "Micky" por ser un perro guardián y valiente, no había persona que saliera amedrentada de la casa por los constantes ladridos del pequeño caniche; al menor ruido de la puerta o del timbre, inmediatamente salía de donde estuviese para pegar tremendos sustos a los intrusos.
Una noche en que el jefe de familia no se encontraba, la familia sintió ruidos extraños en la planta baja de la casa. La madre de los pequeños de seis y diez años, se armó de valor y decidió bajar a ver. "Micky" ya estaba parado muy alerta al borde de la escalera, pero sin emitir ni un ladrido, mientras bajaba la familia por la escalera muy cautelosamente, también lo hacia la mascota, sólo sacaba su cabeza entre las piernas de la mamá de los niños que se encontraba adelante y miraba detenidamente siempre silencioso; al detenerse la señora, también "Micky" lo hacia.
Los ruidos provenían del fondo de la casa, los amigos de lo ajeno trataban de sacar la reja de la ventana para introducirse aprovechando que la persiana había quedado por descuido levantada en su totalidad. Al llegar al origen de los ruidos, con el mayor de los silencios, la señora corrió de una manera repentina las cortinas, cual sería su sorpresa que quedaron frente a frente paralizados, tanto los ladrones como los dueños de la casa, menos "Micky", que en cuanto los vio, salió corriendo hacia arriba despavorido y se metió debajo de la cama.
Por suerte, los ladrones hicieron lo mismo que "Micky", salieron corriendo de inmediato. Al ir a buscar al "Guardián", batallaron diez minutos en sacarlo de su escondite, durante todo el transcurso de los sucesos, "Micky" jamás ladró, ni lloró, solo se concretó a temblar.
En casa, sigue siendo el bebé, se le sigue queriendo de la misma manera, casi creo que hasta más, por ser el más pequeño y ahora también el más cobarde.
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