LA RISA DE LAS MASCOTAS
Tal vez se sorprenda si le aseguro que los perros ríen, y no sólo eso, también tienen expresión de dolor y angustia. Hay mascotas que se llegan a identificar tanto con sus amos que se adivinan el pensamiento mutuamente. Quienes nos dedicamos a la atención de las pequeñas especies, nos resulta hasta cierto punto fácil de percibir el estado de ánimo y de salud de las mascotas después de cuarenta años en el medio.
Hace unos días, regresamos de vacaciones de las hermosas playas de Mazatlán, y me pasaba las horas viendo a las mascotas gozar de la espumosa agua del mar, realmente se divertían al correr sobre la cálida arena para luego mojarse las patas y salir apresuradamente del agua. Observé a un pequeño Fox Terrier cómo disfrutaba en grande al ir por una pequeña pelota de esponja que su dueña le arrojaba por la orilla de la playa y éste la devolvía invariablemente. Fueron varias ocasiones que gocé del bello espectáculo desde mi asiento debajo de una refrescante palapa, y lo que más me agradó, fue la conciencia de esa persona al ir preparada con bolsas de plástico para recoger las deyecciones de su pequeño Terrier, dejando la playa tan limpia como la había encontrado.
Otro pequeño Schnauzer corría por la playa con toda la sonrisa de un perro feliz que disfrutaba realmente del momento, se introducía al agua y salía corriendo para luego seguir a su dueño que se adelantaba caminando algunos metros por la orilla de la playa, una y otra vez lo hacía, su amo de vez en cuando volteaba sin temor alguno de que ésta se perdiera, lo hacía para hacer sentir a su mascota que la veía disfrutar de la playa.
En cambio, observamos a un pequeño Labrador negro de unos seis meses de edad, algo desnutrido, el dueño corría por la playa sonriente y orgulloso de su mascota, mientras el cachorro lo seguía con una cara de angustia, estaba seguro que ese perro estaba enfermo, que si hubiese llevado analizar el excremento de ese cachorro encontraría una gran variedad de parásitos, su expresión no reflejaba la alegría de un perro sano, incluso se lo comenté a mi esposa que caminaba junto a mí en la playa y estuvo de acuerdo conmigo.
Por lo regular, cuando la mascota se enferma, es muy conocido por sus dueños; en ocasiones, no necesita tener signos muy evidentes de la enfermedad, como la falta de apetito, vómito o diarrea para darse cuenta que algo anda mal, sólo con la expresión es suficiente para que nos lo lleve a consulta. Así también es de evidente cuando ven a su mascota sana y alegre, que sólo falta escuchar la risa de su perro.
Cuando llega el paciente a la clínica, por lo regular nos damos cuenta si viene enfermo sin necesidad de que el dueño nos lo diga, claro que por atención y respeto, siempre preguntamos la causa de su visita y en qué podemos servirles, pues a las mascotas las llevan por diferentes causas al consultorio. Saber escuchar lo da la experiencia y así evitar "los ridículos" que llegamos hacer cuando queremos correr antes de aprender a caminar. Recuerdo una anécdota de hace años, precisamente con la pregunta: ¿En qué puedo servirles? Un matrimonio, dueños de una mascota que me visitaba por primera vez, hicieron referencia sobre el trato que les di cuando llegaron al consultorio. Resulta que venían de con otro veterinario, que al atenderlos y observar a su mascota les dijo… Su perro se encuentra muy enfermo, va a ser necesario hospitalizarlo con urgencia por lo grave en que viene (tal vez mi colega no alcanzó a ver la sonrisa de esa mascota). La pareja se sorprendió y solamente alcanzaron a responder con voz quebradiza: ¡Solamente venimos a vacunar al perro, doctor!