ÁNGELES CANINOS
Existen personas a las que no les gustan los perros, porque nunca tuvieron un amigo de cuatro patas, o si tuvieron, nunca miraron dentro de aquellos ojos para percibir lo que había allí.
Un perro es un Ángel que viene al mundo a enseñar amor, son seres que se dan de manera incondicional, dan amistad sin pedir nada a cambio, afecto, sin esperar retorno, protección, sin ganar nada, fidelidad, veinticuatro horas al día.
Es cierto de que hasta en los parientes también se dan, porque son carne de tu carne, y sin embargo, cuando los llegamos a agredir, ellos se irritan y se enojan. Tu perro no se enoja, aún y cuando tú le agredes, él retorna cabizbajo pidiendo disculpas por algo que tal vez no te hizo, lamiendo tus manos para suplicar perdón.
Algunos Ángeles no tienen alas, tienen cuatro patas, un cuerpo peludo, nariz húmeda y fría, orejas de atención, miradas de aflicción y carencia.
A pesar de esa apariencia, son tan Ángeles como los otros (los que tienen alas) y se dedican a los seres humanos, tanto o más que cualquier Ángel acostumbrado a entregarse.
A veces, un humano viste la capa de Ángel y sale a la calle en busca de captar algunos Ángeles abandonados a su propia suerte y les cura las heridas, los alimenta y abriga, sólo para tener la sensación de haber ayudado a un Ángel.
Dios cuando hizo a los humanos, sabía que precisaríamos de guardianes materiales que nos quitasen del cuerpo las aflicciones de los sentidos y nos permitiesen sobrevivir cada día, con casi nada, con una mirada tierna y la lamida de un perro agradecido.
¡Que bueno sería si todas las personas pudiesen respetar la humanidad como lo hace un perro!