"UN PERRO CON VERGÜENZA"
"Micky" era un perro chihuahueño, de dos años de edad, blanco con negro, de unos tres o cuatro kilogramos de peso, algo tímido, pero noble de corazón.
Recuerdo que todavía no contaba con la clínica de pequeñas especies, tenía dos años de haber egresado de la escuela de veterinaria y me desempeñaba como veterinario rural en Mapimí, Dgo.
En ese entonces, estábamos disponibles las 24 horas del día, solicitaban de nuestros servicios de madrugada para atender caballos con algún cólico, hacer cirugías de emergencia en el campo con la luz de un vehículo, incluso atendíamos partos distócicos de vacas, que nos llevaban de comunidades lejanas donde tenían horas tratando de sacar ese becerro que presentaba mala posición.
Era muy raro atender algún perro y no se diga gatos, cuando entró la dueña de "Micky" por primera vez a la oficina iba sin algún animal, solicitó hablar con el veterinario, pero lo hacía de una manera muy reservada. Al platicar con ella, buscaba la privacidad para explicar el problema de su perrito.
Al principio, batallé para entenderle y me dijera el problema específico de su mascota, decía que tenía una bola que le había salido, le preguntaba: ¿dónde? Y muy apenada me decía: ¡Ahí!, donde tiene las otras, muy serio y sin esbozar alguna sonrisa, le contesté: ¿en sus testículos? Ándele ahí. Bueno, le pregunté: ¿desde cuándo la tiene?, ¿le duele?, ¿come bien?, ¿está triste? La llené de preguntas y no me supo contestar del todo bien, y después de esto, le hice la pregunta que me daría una respuesta a todo este misterio: ¿Por qué no me trae a su perrito? Y ahí fue donde salí de dudas: No doctor, no tiene idea de cómo se ríen de él, aparte de que le dicen cosas en la calle, se le dificulta caminar. Bien, le contesté, no se preocupe, mañana a primera hora estoy en su casa para ver al buen Micky. Lo anoté en el libro de visitas, y antes de salir al campo, sería el primer paciente del día siguiente.
Al estar revisando al pequeño chihuahueño, al verlo a simple vista parecía un tumor más grande que una naranja, pero al tocarlo y ver su textura y consistencia, me di cuenta que se trataba de una enorme hernia inguinal, la señora se encontraba muy angustiada al estar esperando mi diagnóstico, antes de decirlo, le pregunté: ¿alguna vez llevó a Micky al veterinario? No doctor, me contestó, es la primera vez que lo revisan. Bien, Micky tiene una hernia inguinal, es un pequeño orificio en uno de sus músculos y la bola es el intestino que sale por ese pequeño anillo que lo tiene desde que nació. Es importante operar, pues casi le arrastra en el suelo y además puede surgirle algún problema más serio, como una torsión o alguna perforación, y eso sería mortal para Micky. Esto sale caro doctor, no se preocupe por eso, los honorarios ya están cubiertos, sólo tendrá que comprar este material para la cirugía.
Le di una pequeña lista de las suturas que utilizaría en la operación, y si me lo tiene para mañana, lo pone en ayunas en la tarde y lo opero pasado mañana. Al momento de la cirugía, me sorprendí como por ese pequeño orificio salía esa gran parte del intestino, realmente fue muy sencilla la cirugía y en menos de una hora Micky se encontraba completamente recuperado. Cuando me encontraba a la señora por la calle y le preguntaba por su mascota, orgullosamente me decía: Es otro, doctor, ahora ya no le da vergüenza salir a pasear. pequenas_especies@hotmail.com