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PEQUEÑAS ESPECIES

M.V.Z. Francisco Núñez González

ANIVERSARIO DE LA FACULTAD DE VETERINARIA U.J.E.D.

Este próximo cinco de mayo será un privilegio el compartir con tantos queridos amigos reunidos en un evento tan significativo de nuestra Escuela de Veterinaria en la ciudad de Durango cuando cumpla cincuenta y dos años de su fundación. Después de algún tiempo sin vernos y con los años acumulados, aflorará nuestro flanco sentimental, pero sobre todo de agradecimiento a la vida que nos permitirá recordar aquellas maravillosas vivencias de juventud de la escuela que nos forjó no sólo para nuestra profesión, sino para ser hombres de carácter.

Hace cuarenta y cuatro años tomaba en Torreón el autobús a las dos de la mañana a la ciudad de Durango para matricularme a la Escuela de Veterinaria. Contaba con diez y siete años de edad, era la primera vez que salía de casa para estudiar, no tenía ni la menor idea cómo llegar a la escuela, dónde viviría y lo principal, dónde comería bien y barato. Al llegar a la central camionera, el último pasajero en bajar era un joven de veinte años con un enorme bigote, se acercó y me preguntó como si me conociera de años, ¿Vienes a estudiar veterinaria? Soy Samuel Pinto pero me dicen Sam, voy en tercer semestre de veterinaria, en lo que te pueda ayudar, si no tienes dónde llegar te puedes quedar con nosotros en el Mac Donal, fue mi guía durante ese día y me presentó como su amigo entre sus amigos. Ese ángel que partió muy pronto para estar con Dios, fue mi primer amigo de tantos que me esperaba el destino conocer. ¡¡Se iluminó mi día antes del amanecer!!

Nuestra primera clase en la escuela del Kilómetro uno carretera a Mazatlán, agosto del 73, entró al aula un médico joven con un portafolios negro, se presentó como el maestro de piscicultura y empezó a preguntar nombres de peces a cada uno de nosotros, todos participábamos con mucho empeño en nuestra primera clase de la carrera, habían pasado diez minutos cuando sale apresuradamente tomando su portafolios al ver acercarse el Dr. Carlos Michelena, catedrático de Anatomía, después nos dimos cuenta que el maestro de piscicultura era un alumno de quinto año y esa clase no existía, fue la primera novatada de otras que aún nos esperaban. Era una tradición recibir a los "pelones" cada inicio de semestre en la granja avícola a un costado de la escuela, con una suculenta barbacoa, cerveza de barril, litros de sotol y un alegre conjunto norteño.

Entre más de cincuenta compañeros que nos inscribimos para el primer semestre, había uno que hacía la diferencia, contaba ese alumno en aquel entonces con mi edad actual y él apenas ingresaba con más de sesenta años a estudiar nuestra profesión. Se trataba del Dr. Alfredo López Yáñez, Médico cirujano, ingresó a estudiar debido a que su hijo cursaba el segundo semestre de veterinaria y quería claudicar pues se le hacía muy difícil la carrera. Trató con todos los medios para persuadirle y sólo el amor de padre y el ejemplo, hizo que él ingresara a la carrera a pesar de su edad y de su trabajo para que su hijo comprendiera que no era tan difícil como él creía. El Dr. López Yáñez estudiaba con nosotros hasta la madrugada, nos explicaba con paciencia lo que no entendíamos, era nuestro médico familiar, nuestro consejero, nuestro amigo. Nos decía con lágrimas en sus viejos ojos azules, "Cómo me agradaría que mi hijo fuese como cualquiera de ustedes", su primogénito había renunciado al estudio y él jamás permitió que nosotros nos diéramos por vencidos. Nuestra onceava generación lleva con mucho orgullo su nombre. Dr. Alfredo López Yáñez. Un agradecimiento muy especial a todos los excelentes maestros que tuvimos durante nuestra carrera.

Más que a una Escuela de Veterinaria, asistimos a una escuela de formación de amigos, tantas experiencias que compartimos; el gozar haber aprobado los exámenes, compartir los alimentos cuando no alcanzaba la mensualidad, llorar juntos la noticia de la pérdida del padre de tu mejor amigo. ¡Qué experiencias! No cabe duda que los amigos viejos son como los buenos libros, son únicos y adquieren mayor valor con el tiempo.

Esa unión entre los compañeros de los diez semestres que cursábamos la carrera en los años setentas, marcó un acontecimiento muy importante en nuestras vidas. Nos permitió con grandes esfuerzos formar nuestro equipo de futbol americano "TOROS DE VETERINARIA" y sobre todo con grandes agallas lograr ser campeones regionales y poner muy en alto a nuestra escuela y sobre todo a la Universidad Juárez del Estado de Durango. Aún recuerdo el grito de nuestra escuela al escucharlo desde las gradas del estadio, era la inyección del segundo esfuerzo para los que jugábamos… ¡¡ÚTERO, VAGINA Y GLÁNDULA MAMARIA ARRIBA VETERINARIA!! Nuestra escuela fue muy reconocida en la Comarca Lagunera y en toda la Universidad por poseer un equipo triunfador, sobre todo por la gran rivalidad que existía en aquella época. Para lograr ese privilegio de ser campeones, tuvimos que entrenar a diario durante los cinco años de la carrera. Carecíamos de entrenador, de asistencia médica, de presupuesto, ¡¡ESO ERA AMOR A NUESTRA ESCUELA!!

Por todo esto, existe y seguirá existiendo nuestra amistad para toda la eternidad. Los príncipes tienen cortesanos, los políticos tienen partidarios, los interesados tienen socios, pero los Veterinarios... tenemos amigos Veterinarios. Gracias por el gratísimo honor que me conceden de ser parte de mi riqueza.

"Ser Veterinario, es comprender que todos nosotros podemos estudiar Veterinaria, pero no todos seremos Veterinarios".

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