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Pequeñas especies

EL DESEO DE VIVIR

Fue el más pequeño y débil de sus hermanos, por lo tanto, la madre tenía preferencia por los otros cachorros y él se quedaba prácticamente sin comer, así funciona la ley de la vida en los animales, donde el mejor adaptado y el más fuerte es el que llega a sobrevivir.

Así sucedió con "Oso", un pastor alemán que se quedó atrás en su desarrollo, comparado con sus hermanos; afortunadamente, sus dueños le dieron la oportunidad con los cuidados y atenciones más que necesarios para lograr sobrevivir. Cuando conocí a "Oso", contaba con dos meses de edad aproximadamente; lamentablemente no caminaba, en cambio, sus hermanos eran unos excelentes ejemplares de pastor, fuertes, inquietos y muy vivarachos. Al examinarlo por primera vez, me di cuenta que padecía un problema en la columna vertebral y que posiblemente nunca caminaría. Esperaba la pregunta obligada... ¿Seria más conveniente dormirlo para que no sufriera? Yo debía contestar afirmativamente, pero de inmediato vi la mirada de amor y ternura hacia su cachorro por parte de la señora, que comprendí que por ningún motivo debería de sugerir ni la más remota idea de sacrificarlo. Seguí viendo a "Cheché" como le dicen hoy de cariño a "Oso", hasta completar su esquema de vacunas, para llevarlo a la clínica, hacían un recorrido de más de 50 kilómetros, ya que sus dueños no viven en la ciudad, creció y se desarrolló un poco menos que un pastor alemán, sólo que nunca le fue posible caminar. Les sugerí una silla de ruedas para perros parapléjicos, pues sus extremidades posteriores jamás respondieron y la manera de trasladarse era arrastrándose.

Pasaron los meses y no supe por un tiempo de "Cheché", hasta que un día en la sala de espera del consultorio se encontraba la familia junto con su perro en una silla de ruedas hechiza, parecía volar en ella, aunque era muy rústica e incómoda, era lo ideal para un perro con parálisis, al examinarlo me di cuenta de un enorme tumor en la región perineal, aproximadamente del tamaño de una toronja, y desafortunadamente seguía creciendo, así que era indispensable la cirugía. Debido al gran tamaño del tumor, hubo necesidad de quitar gran parte de piel, por lo tanto, el proceso de recuperación se dificultó y hubo que volver a suturar en dos ocasiones. A causa de las curaciones e inyecciones, "Cheché" no quiso saber más de la silla de ruedas y fue feliz arrastrándose, los dueños en ocasiones se quejaban de su comportamiento, constantemente persigue a los repartidores de gas y por lo tanto ya no quieren ir a la casa a surtir, un perro que al principio era sumiso y tranquilo, ahora resultaba todo lo contrario: inquieto, inteligente, noble y todo un guardián.

Hace unos días, regresó a consulta, ahora tenía una gran inflamación en el escroto, resultado de arrastrar su cuerpo para su movilización, además del medicamento, les sugerí nuevamente la silla de ruedas, y cual va siendo mi sorpresa que ya la tenía, fue una odisea comprarla, la mandaron pedir a Washington, la enviaron a Los Ángeles, de ahí a Eagle Pass y la recogieron en Laredo, la famosa silla tuvo un costo de ochocientos dólares, pues se encuentra perfectamente equipada, con sus varillas cromadas de acero inoxidable, sus bandas elásticas ajustables, ruedas especiales, pero, jamás ha querido hacer uso de ella. "Cheché" cuenta con casi tres años de edad, aún sigue utilizando pañales desechables y continúa siendo el consentido de la familia.

No cabe duda que el amor hacia los animales soluciona los impedimentos que para otros sería imposible superarlos, cuanto me alegro de no haber sugerido la eutanasia a un perro que gracias a sus dueños le fue posible el deseo de vivir.

  Por: M.V.Z. Francisco Núñez González

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