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Pequeñas especies

M.V.Z. Francisco Núñez González

PODEMOS JUZGAR EL CORAZON DE UN HOMBRE SEGÚN TRATA A LOS ANIMALES

No cabe duda que las personas que cuentan con alguna mascota, tienen un don especial que las hace diferente a los demás.

Una de las razones por las que escribo esta columna son por las anécdotas maravillosas de las mascotas, y sobre todo, el reconocimiento a las personas que hacen posible la fórmula de ese amor recíproco entre el perro y el hombre. Si no fuera por ellos, no podría dar a conocer estas historias que hemos vivido a lo largo de estos años.

Los veterinarios que nos dedicamos a las pequeñas especies tenemos la fortuna de vivir esas experiencias que algunas de las veces hasta parecen ser parte de algún guión de película que nos deja un buen sabor de boca con un final feliz, aunque de vez en cuando, aparece una que otra historia triste que nos muestra el sacrificio de amor hacia los animales, con el único fin de que dejen de sufrir.

En una ocasión, comentaba con una persona amante de los animales, que alguna vez hemos puesto en tela de duda a ese individuo que no conocemos lo suficiente con el que vamos a realizar un negocio o simplemente por alguna razón tenemos que confiar en él, necesitamos de alguna señal, porque en cuestión de segundos, tenemos que dar alguna respuesta, y solamente está como aval nuestro buen juicio, al recordar que es dueño de un perro y que se preocupa por él, se prende una luz en nuestro interior y accedemos a su petición por tratarse de alguien responsable que cuida bien de su mascota, es raro que lleguemos a equivocarnos.

Los sentimientos de los animales no se pueden fingir, las mascotas son como los niños pequeños, no pueden hablar, pero su actitud es más que objetiva para saber si una persona es de su agrado o no, los dueños saben a la perfección a que personas no quiere su mascota y hasta parece saber la razón con exactitud de su rechazo, los perros por naturaleza son espontáneos y francos, habrá quienes digan que actúan instintivamente, pero estoy seguro que esas personas jamás han tenido una mascota, o si alguna vez la tuvieron, nunca derramaron una lágrima por ella.

El carácter de las personas llega a ser diferente cuando se tiene la responsabilidad de cuidar a un perro o a un gato, aquellas que no poseen animal alguno por lo regular son de gestos adustos y desconfiados. Los ancianos en su mayoría son personas serias e impacientes con los niños, en cambio, aquellos que poseen una mascota, son sociables y tolerantes. Está comprobado que contar con una mascota es una terapia perfecta contra la soledad y el mal humor, así como para personas con problemas de rehabilitación social o con capacidades diferentes, una mascota es la terapia por excelencia.

Las personas que cuentan con más de una mascota, son todavía más comprensivas y tolerantes, hay quienes tienen tres o más animalitos en casa, incluso llegan a recibir a las mascotas perdidas o que son arrojadas a la calle por sus dueños, las encuentran deambulando por la calle en un estado de desnutrición deplorable, les dan techo, comida y atención médica, llegan ser tan agradecidos los animales que hasta dan la vida por sus nuevos amos, no cabe duda que esas personas a quien me refiero, nobles de sentimientos, firmes y responsables en sus decisiones, con un corazón de oro, les reitero mi agradecimiento y mis más reconocido respeto.

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