JAMÁS OLVIDARLOS
Me encontraba revisando a una perrita de la raza "Poodle" de diecisiete años de edad en la mesa de auscultación de la clínica, se trataba de "Dulce" no la recordaba, era la segunda vez que visitaba al veterinario en toda su larga vida, había gozado de una estupenda salud, la primera vez que supo de veterinario fue a la edad de diez años, cuando le extirpé un gran tumor mamario, por dicha razón no la recordaba y estoy seguro que ella sí lo había hecho perfectamente, no paraba de temblar, su comportamiento era tranquilo y dócil como lo había hecho durante toda su vida, jamás había ocasionado un problema a sus dueños.
Por su edad ambos ojos se encontraban con un fondo blancuzco, lo cual nos indicaba un mínimo de visión, tenía cataratas, uno de los varios problemas que le resultarían.
La habían llevado sus dueños para revisarla, tenía varios días sin poder caminar, no le habían dado mucha importancia, al no perder el apetito y no emitir queja alguna, creían que era algo pasajero, también presentaba incontinencia urinaria, faringitis y el problema principal, artritis en sus miembros posteriores.
Sus dueños eran "viejos" conocidos míos, una pareja de jóvenes hermanos ex alumnos de la secundaria, se sentían hasta cierto punto apenados por las condiciones en que llevaban a "Dulce" a consulta, incluso la hermana menor no quería entrar a la clínica por pena en la forma que iba su mascota, su hermano el mayor ya convertido en profesionista, también compartía algo de culpabilidad, incluso al solicitar la consulta por teléfono, me preguntó que si podía recibir a su mascota en las condiciones en que se encontraba su perrita. Ambos fueron excelentes alumnos, una vez más me di cuenta que los valores siempre se llevaran cuando son bien inculcados, se dirigían respetuosamente a un servidor, como su Profesor aún después de diez años. Realmente su mascota no estaba en el abandono, al presentar la incontinencia urinaria y el no poder incorporarse, ocasionaba que sus extremidades posteriores se encontraran empapadas con su propia orina y como el pelo era abundante, hacía que el paciente se notara más descuidado de lo que se encontraba. Hace algunos meses la joven pareja de hermanos llevaba puntualmente a "Pirata" a sus vacunas, un cachorro de Bull Terrier de lo más hermoso e inquieto, con una gran fortaleza y musculatura, como lo indican los genes de esa raza. Incluso me decían que no hallaban como calmar el exceso de energía, no podía ver objeto alguno o ropa tendida pues jugaba con ella y la destruía, también buscaba a "Dulce" para entretenerse, ella no podía con el juego brusco de "Pirata", sólo lo ignoraba pero jamás la dejaba en paz. Al estar revisando a mi senil paciente, les dije que necesitaba más atención y cuidados, desde una higiene adecuada, así como una terapia de ejercicios y medicamentos, estuvieron de acuerdo conmigo, ella siempre había sido una excelente mascota, jamás había causado problema alguno, el único pecado antes de enfermarse, era pararse sobre la puerta de la cocina, apoyando sus patas delanteras en la puerta para solicitar su comida meneando la cola alegremente y ahora que se encuentra enferma, ya no lo hace.
Había llegado el momento de retribuir algo a lo que ella siempre les había dado durante toda su vida; fidelidad, lo cual demostró al llevar a otras mascotas a casa y ella jamás se turbó ni se fue de la casa, paciencia, después de diecisiete años, es justo que no se desesperen por solo unos días que lleva enferma, atención y cuidados, quien mejor que ella que dedicó toda su vida al cuidado de la casa y al de sus amos, merezca mejor atención, cariño, es lo menos que le pueden dar, cuando ella ha entregado su corazón durante tanto tiempo, y por último respeto, ya que su muerte será el único dolor que les va a causar, y no por culpa suya.
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