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Arturo Macías Pedroza

O JALAS O TE AHORCAS

La situación crítica manifestada en la crisis económica a la que hemos llegado, exige de nosotros una respuesta ineludible: "o jalas o te horcas". Las circunstancias regionales, nacionales e internacionales han precipitado lo ineludible. El sistema neoliberal ha fracasado. Si antes nos conformábamos con esconder la cabeza como los avestruces, eludiendo la responsabilidad de resolver las problemáticas estructurales y esperando que otros lo hicieran, ahora hemos descubierto que la mano que nos va a sacar de esta situación está al final de nuestro brazo. Esto no quiere decir encerrarnos en nosotros mismos y que "cada quien se rasque con sus uñas". Al contrario; nadie puede quedarse fuera de colaborar con sus posibilidades para conseguir el bien común, e incluso debemos exigir a otros que colaboren con lo que les corresponde.

La amenaza real que alborea ya del otro lado de la frontera, aunada a la debilidad del estado mexicano, podría hacernos creer que la situación es irremediable y que nada se puede hacer. Pero es precisamente ambas circunstancias las que están provocando una verdadera reacción por parte de la rica nación mexicana; una reacción que se está pasando a algo mucho más efectivo que las protestas, virtuales u organizadas, que no han tenido repercusiones, debido al cinismo y desinterés del estado por resolver las problemáticas nacionales, ocupados como están de sus mezquinos intereses particulares o de grupo, confiados en la falta de participación de la sociedad. Estamos siendo testigos de una reacción que está descubriendo la superioridad de la no violencia, sobre las extremas opciones de la apatía y la violencia; una reacción que está conquistando las masas, antes amorfas y desorganizadas, imponiendo un proceso de revisión cultural interior que está logrando salir de lo individual para llegar a lo colectivo.

Ante las grandes dificultades de la participación ciudadana y de la lucha no violenta (educación, conciencia, recursos, organización, liderazgos, estrategia, etc.), surge como un catalizador para superarlas: el descontento acumulado y explotado actualmente por el alza en las gasolinas y todo lo que ello arrastra; los bonos, aguinaldos y demás dispendios irresponsables de la clase dirigente y la amenaza del nacionalismo populista norteamericano abanderado por Donald Trump.

El orgullo mexicano despertado por estas circunstancias, nos hace descubrir y apreciar los grandes valores que tenemos como nación (sentido de familia, solidaridad, cultura, tradiciones, identidad, recursos naturales y valores culturales, etc.), constituyéndose en una verdadera alternativa que renueva la esperanza para responder positivamente a las vicisitudes que portan la actual coyuntura histórica.

Tampoco se puede esperar una respuesta fácil, pero parece que la conjunción de las situaciones está portando providencialmente los elementos necesarios para llevar a cabo una verdadera transformación basada en la tan necesaria participación ciudadana.

Visto que no se trata de posiciones antagónicas, sino de reconocer el error de un liberalismo deshumanizante y buscar una alternativa, la transformación que se está gestando no tiene que ser una lucha encarnizada de dos bandos opuestos y, por lo mismo, puede contar más fácilmente con personas dispuestas a buscar la transformación, una vez que vean la bondad de la propuesta y la necesidad de implementarla, so pena de una catástrofe mundial; no es pues lucha de enemigos irreconciliables, sino transformación de un sistema caduco, que se niega a morir porque no conoce aún las bondades de un sistema no consumista, respetuoso de la tierra de la que se siente parte y respetuoso del "otro", que deja de ser enemigo para convertirse en hermano. Es recurrir a la perenne naturaleza humana y a sus años de civilización, apoyada por una evolución que últimamente ha desviado su camino y que requiere retomar el rumbo del progreso verdadero.

La propuesta de participación ciudadana cuenta no sólo con la motivación del descontento y el hartazgo de un pueblo explotado y engañado, sino también con la práctica de pueblos y costumbres que se han mantenido más o menos a salvo de un consumismo y capitalismo, protegidos por una sabiduría colectiva que les ha descubierto la irracionalidad del sistema.

El hecho de estar al sur de un país que abandera penosamente el decrépito sistema económico neoliberal, provocará que, si hay una verdadera propuesta mexicana, sea apoyada por el concierto internacional. En muchos países del mundo se está descubriendo la necesidad del cambio del sistema económico imperante y el documento del Papa Francisco sobre el tema (Laudato si', que va más allá de lo ecológico) ha puesto en la conciencia internacional la necesidad de una transformación.

Sin ser nacionalista la patria mexicana tiene un papel preponderante en esta misión global, por su lugar estratégico al lado de EE UU, por el antagonismo contra los mexicanos declarado por su próximo presidente, por la debilidad del estado mexicano que le puede dar posibilidades al pueblo de organización y participación y por el gran tesoro cultural de una nación que resplandece más, al contrastarse con las miserias de un sistema en decadencia.

Es esto lo que está sucediendo ahora que las oficinas públicas, las fábricas, los negocios, la sociedad civil en pleno, los pueblos originarios, los barrios; están rechazando de hecho el seguir colaborando como víctimas de la explotación, la manipulación y la corrupción. El vacío de poder en México y la decadencia del imperialismo americano, están siendo sustituidos por una sociedad participativa y valiosa, pacífica, pero que resiste la agresión y rechaza obedecer a sus agresores y sus ilegítimas reglas, y comienza a aplicar la antigua y perenne sabiduría, descubriendo resultados positivos que están sorprendiendo agradablemente a propios y extraños.

La propuesta de participación activa rompe el círculo vicioso de la miseria y la explotación, que se nutre y se mantiene con siempre nuevas miserias y explotaciones. Al tradicional brazo poderoso del Estado o de los dólares, opone la resistencia no pasiva de una sociedad que sabotea todas aquellas situaciones de la vida cotidiana que la esclavizan. ¡Ha llegado la hora de la participación ciudadana!

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