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PIÉNSALE PIÉNSALE

ARTURO MACÍAS PEDROZA

EL DIABLO ANDA SUELTO

La palabra diablo significa literalmente: el que separa, el que divide de la raíz griega d??ß???? (diabolos), que significa a través de, entre (diagrama, diagnosis, diabetes, diagonal, etc.). crear muros no es sino una función diabólica. Lo contrario es unir, ligar, juntar. Es por eso que la construcción de un muro "separador" es diabólica. La labor fundamental del Diablo fue precisamente separarnos, creando una división entre Dios, entre la naturaleza, entre los hombres e incluso dentro de nosotros mismos.

Nada más necesario en nuestro mundo globalizado que la unidad y armonía que contradice diametralmente (de nuevo el "diá"), la tendencia separatista del presidente del vecino país del Norte. Encerrarse, separarse del mundo, poner muros, hacer discriminaciones (que son peor que muros), erigirse como los "superiores", y desinteresarse de los demás, de los vecinos, de la contaminación mundial, es contrario a lo que precisa el mundo actual.

Las grandes problemáticas mundiales reflejadas en el calentamiento global, narcotráfico, emigración, pobreza, injusticia, crisis económica, y muchas más, son reflejo de la necesidad de una comunidad internacional que sea capaz de resolverlos. Esto sólo se logrará con una verdadera solidaridad mundial que ha de comenzar lo más pronto posible.

Responder a los ataques del presidente americano encerrándonos también en un nacionalismo extemporáneo no es la solución. Somos un país que sabe tender puentes. De hecho es difícil detener con un muro de piedra las grandes alianzas ya establecidas, que rebasan las fronteras y que han realizado una verdadera comunión. De por sí la mitad de nuestro país se hizo territorio norteamericano ¿cómo poder hacer químicamente pura esta separación cuando hay tanta relación? Además del territorio, hay un puente muy amplio surcado hacia ambos lados que comprende cultura, lenguaje, tradición, personas y religión. (Y no sólo el comercio). La vocación de ambos países de ser "abiertos al mundo" y promover la unidad mundial, no puede ser acallada por un capricho, una locura o una ineptitud por parte de quienes los gobiernan. La nación norteamericana creada por inmigrantes, y la mexicana que es un mosaico cultural y una síntesis cuya unidad castellana y morisca, rayada de azteca, no proclaman la violencia, sino que nace contra la lucha fratricida, contra el domino homicida de Caín, no pueden ser sometidas a "diabluras" contrarias a su naturaleza integradora, especialmente en esta coyuntura histórica en que la humanidad espera un nuevo impulso.

Los puentes seguirán necesariamente en construcción. La Virgen de Guadalupe es todo un símbolo; la religión una opción concreta de comunión y solidaridad en la organización transfronteriza de obispos, para prestar ayuda concreta y crear comunión; la familia no sólo será una institución a proteger sino una respuesta concreta y viable. La América necesita ser factor de unidad entre ella y con todo el mundo. Ambas naciones cargan también con una responsabilidad, al convertirse en potencias transformadoras de un mundo en decadencia. Ambas se necesitan, no sólo para ayuda mutua, sino como factor coyuntural de comunión mundial; Estados Unidos y México tienen dones particulares que necesitan unir, para repercutir en la necesaria transformación del nuevo orden mundial. Por tanto el nacionalismo americano, respondido con un nacionalismo mexicano no es una opción viable para administrar sus dones y llevar a cobo su misión.

Miedo, dudas, sufrimientos, vienen de la inquietud de no saber administrar estas capacidades extraordinarias. Un mal uso de tales dones ha procurado daños entre los países y dentro de ellos. La corrupción, la impunidad, la injusta distribución de la riqueza y la falta de capacidad en el gobierno mexicano, ha llevado a daños al interior y allende las fronteras. El consumismo neoliberal ha separado sobre todo a los Norteamericanos, al pregonar la competición como su fundamento.

Es necesario pues una sabia y correcta gestión por parte de ambos gobiernos y sus representaciones, para hacer más rápido y fructuosa la unión bilateral y mundial. Esto incluye corregir errores en una y otro lado de la frontera. Rechazar caprichos, radicalismos, exacerbamientos, a favor de una recta administración. La exigencia a mandatarios y sus administraciones de colaboración mutua por parte de la ciudadanía es imprescindible. De no hacerlo, las consecuencias serán graves para el pueblo que representan, para el que enfrentan y para todos los pueblos del mundo que esperan de ellos la iniciativa y el liderazgo de dos países igualmente importantes para el futuro de la humanidad.

¿En donde está lo diabólico? En la separación, en la falta de proyectos comunes, en la cerrazón en sí mismo de uno y de otro país. El mundo está enfermo porque le falta la unidad y armonía. Las cosas se han vuelto terriblemente cambiantes ante una degradación del bien que nos da pavor. No podemos rechazar esta realidad misteriosa y terrorífica; diabólica. Personificada no sólo en un demonio del otro lado de la frontera que provoca la separación, sino en cualquier fuerza del mal (diablos) que provoque divisiones aquí y allá. No sólo en los jefes políticos sino el cada persona y en cada corazón que "diaboliza" (separa).

Que Dios libere a la entera familia humana de estas fuerzas diabólicas.

piensalepiensale@hotmail.com

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