EL CHIVO EXPIATORIO EN EL CENTENARIO DE LA CONSTITUCIÓN
Mañosamente los que detentan el poder político y económico en México, han encontrado en el presidente norteamericano un chivo expiatorio a quien culpar de la crisis económica y social que estamos viviendo para esconder a los verdaderos responsables. El gobierno y los partidos en México, usando los medios de comunicación para manipular al pueblo, están aprovechando la imagen del mandatario estadounidense para personificar un enemigo de la nación, y con ello desviar la atención del descontento del pueblo mexicano contra los enemigos internos. El peor enemigo de un mexicano es otro mexicano. Mientras tanto siguen moviéndose los intereses mezquinos en medio de una corrupción e impunidad, apoyados en la apatía de una ciudadanía que parece seguir durmiendo el sueño de los justos.
Celebrando los 100 años de una constitución burlada por todos, se está colgando de ella la nueva constitución de la Ciudad de México que se promulga hoy, arrastrando ideas muy cuestionables como el aborto y la eutanasia y otras "modernidades" que la ciudadanía no cuestiona, enajenada por los medios nacionales que no sirven al pueblo sino a intereses de grupos de poder. La ley nunca es una expresión completamente adecuada a todas las posibilidades del hombre; es por eso que debe someterse a un juicio. Antes de ponernos voluntariamente bajo el juicio de la ley, la ley misma debe se juzgada. La gran responsabilidad de los legisladores de hace 100 años y la de los nuevos legisladores sigue siendo la misma. La protección de la sociedad, de la familia y de los individuos, no puede estar sujeta a caprichos, intereses o modas, sino sólo a la verdad y a la justicia a la cual los legisladores deben servir, para promover el bien común.
¡Qué lejos están estos principios de la realidad! Los legisladores sirven a intereses particulares o a modas nacionales o extranjeros. La constitución de 1917 es burlada; la de la Ciudad de México claramente está siendo influenciada por tendencias partidistas que no son acordes con la verdad, con la protección de la vida y de la familia, ni con el sentir general de la población a la que se le quiere imponer; en los congresos locales no es diferente la situación: una iniciativa propuesta por el ejecutivo del Estado de Durango es votada en contra por los diputados que no son de su partido. El mal llamado "matrimonio igualitario" es rechazado, no por razones de derechos, sino de política partidista y de oposiciones en bloque, desentendiéndose del criterio: "la patria es primero" y de plataformas ideológicas, supeditando la consumación fundamental de las cosas a sus intereses y luchas de poder.
Y así se trata de hacer al pueblo consciente de su situación presente, de informarle sobre la limitación de legisladores y combatir vivamente las leyes y someterlas incluso a la pública irrisión, por contradecir los fundamentos básicos de la justicia, la verdad, la representación del pueblo y demás elementos "básicos" que son fácilmente desechados por quienes deberían ser expertos en ellos.
Son buenas las marchas y manifestaciones como la anunciada el día de hoy en la plaza de Torreón contra la corrupción y la impunidad, son buenas las demás manifestaciones para pedir la protección de la familia, la eficiencia y eficacia en las acciones gubernamentales, la transparencia, la justa distribución de los recursos públicos, la reducción de los precios de hidrocarburos, etc., pero si no se concretan en estructuras legislativas y que éstas sean respetadas, será difícil ser escuchados, sobre todo en vista de la sordera y falta de sensibilidad de las autoridades que viven una realidad diferente a la del común de la población.
La elección de legisladores probos es parte de la responsabilidad ciudadana. Una estricta obediencia a nuestros deberes puede infundirnos seguridad si se basa en leyes capaces de hacer hábilmente un equilibrio entre las fuerzas, un orden donde cada poder se vea obligado por otros poderes a permanecer en su puesto. De este modo se crea un orden, una ley, y con ella podremos conocer nuestro lugar en la sociedad. Poner un hombre norteamericano como el centro de nuestra atención y como enemigo público número uno, es sólo una estrategia para desviar la verdadera causa de nuestros problemas, que están de la parte sur de la frontera americana. No es menospreciar la amenaza que viene del norte, aunque no parece que sea tan malo que un país que nos compra al precio que quiere y nos paga sueldos tan bajos diga que ya no lo quiere hacer. No todo es completamente negro o completamente blanco y las medidas proteccionistas del vecino país pueden incluso traer beneficios al nuestro.
Pero el descontento, nuestras acciones y nuestra lucha se debe centrar sobre todo en la problemática interna, que es la que podemos cambiar y que es la verdadera causa de los males que estamos padeciendo. Los connacionales injustamente tratados fuera de nuestro país, fueron primero injustamente tratados en el nuestro. Es hora de cortar de raíz y lo más pronto posible los grandes males de nuestra sociedad, lo cual sólo se logrará con una participación activa de la sociedad en todos los ámbitos de nuestro actuar como ciudadanos: Crítica, control, protesta, voto razonado, participación social y política, organización, exigencia de resultados, proyectos comunes, dejar los hábitos y costumbres perjudiciales, trabajo solidario, aprecio y apertura a los valores de los demás, creación de procesos transformadores, educación ciudadana… Nadie puede eximirse de contribuir a esta causa; la apatía es también complicidad.
Piensalepiensale@hotmail.com