ÉTICA EN LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN
Los comportamientos ligados al uso de Internet tienen muchas veces implicaciones morales a la moral. Pensemos por ejemplo en la difusión de contenidos ilícitos u ofensivos, a la piratería o a la violación de derechos personales o no respecto a los derechos de autor, manipulación de la opinión pública con fines electorales o incluso a la propaganda de odio.
La ética podría definirse como el grupo de valores fundamentales es partir de los cuales los seres humanos se posicionan e interactúan unos con respecto a los otros para promover el respeto mutuo, garantizar la dignidad humana y el bien común. Para intentar esbozar la ética del Internet, la nueva terminología hace referencia a las reglas de conducta de carácter moral, y no sólo diplomacia, o cortesía sino la "cyberética" que incluye todo lo anterior.
Las problemáticas éticas ligadas al internet son variadas e incluso profundas. ¿La identidad virtual es sólo un concepto o corresponde verdaderamente a la realidad? ¿La información convertida en electrónica transforma su tratamiento a diferencia de los medios tradicionales o sólo en cuanto responda a los juegos y lógicas del mercado? ¿La gestión de las organizaciones y empresas, partidos políticos y gobiernos, no tienen con el Internet nuevos desafíos éticos para la comunicación organizacional, el modo de gobierno y el control e influencia en las personas? ¿Cómo evaluar las páginas? ¿Es aceptable que tomen información personal de los sitios que visito sin pedir consentimiento a los internautas? ¿estos últimos deben ser considerados como participantes de una investigación o autores de textos o ambos? Los temas morales que entran en juego incluyen también la vida pública y privada, la confidencialidad, la incerteza sobre la edad de los internautas. Estas son algunas de los interrogantes que corresponderían a una obra que sobrepasa los límites de estas líneas, pero que descubre la importancia de la cuestión a nivel de comportamientos.
La herramienta del Internet ha tomado un papel muy importante que aún no hemos descubierto y que debe ser tratado como un arma poderosísima con los peligros y precauciones que ello requiere: edad, control, legislación, uso adecuado, manejo, etc. Los fundamentos de la comunicación y de la naturaleza de la tecnología, unidos a la recta concepción de la persona humana, deberán ser considerados y traducidos a este ámbito de la sociedad. Tener conciencia de la importancia de esta temática es el primer paso para comenzar a poner límites y normas, que prevean daños catastróficos como individuos y como sociedad. Cuestionar la gratuidad, los propósitos, las fronteras entre privado y público y la crisis de sentido que están provocando, pero también las posibilidades y bondades que posee esta herramienta si está bien utilizada.
Los criterios de alta moralidad que estaban implicados en la realización del periodismo son ahora necesarios para todos, pues somos todos los que ahora tenemos la posibilidad de ser cyberperiodistas. Los conflictos éticos y deontológicos de la recolección, manipulación y uso de la información son ahora una responsabilidad común. Los puntos de vista diversificados en torno de una problemática general podría crear un relativismo moral que en vez de servir crearía una anarquía. Es necesario nuevamente una ética universal basada en una recta antropología que diseñe desde la cientificidad y no el "opinionismo" individualista o relativista, o mayoría de votos (ya hemos visto que el criterio de las mayorías no es garantía de verdad).
Desde el momento en que la más alta forma de comunicación, y en particular el lenguaje, ha puesto a los grupos en condición de acumular, conservar y transmitir su cultura, la comunicación constituye la base misma de la sociedad humana. Hay una estrechísima conexión entre comunicación y sociedad. No es sólo "comunicar a" expresión en la que se atenúa la participación del receptor, sino "comunicar con" en la que se descubre la fuerte conexión con la vida social.
Las implicaciones morales y éticas contemporáneas que brotan de Internet y de su uso individual y colectivo, exigen de la humanidad, de la sociedad y de cada uno de nosotros algo más que bloquear una cuenta: legislación, conciencia, educación en el uso de los medios… El discernimiento será esencial en cada uno de nosotros. Analizar con profundidad los elementos en cuestión e incluso los escondidos y maléficamente disfrazados, será todo un reto para quien ya pertenece a la sociedad de la información.
Ante la explosión de comunicación y de información en todo el planeta, donde las organizaciones nacionales e internacionales intentan encontrar soluciones a los problemas de la riqueza, del equilibrio económico y financiero, del respeto de las elecciones políticas, culturales y religiosas de las naciones, el cuestionamiento ético ha surgido con una agudeza renovada dentro de las diferentes esferas de la vida social; las cuestiones éticas son importantes pues descubren signos de alarma que repercuten en el corazón de las naciones, pero también y sobre todo en el corazón de los ciudadanos del planeta, y en este caso del cyberplaneta; las implicaciones éticas son pues un eco, y lo son también en la dimensión comunicativa de la moral. ¿En qué aspectos nuestras prácticas comunicativas individuales, colectivas e institucionales ponen cuestiones éticas? ¿Aunque no esté legislado, es válido lo que un gobierno, algunos partidos o compañías nacionales e internacionales están haciendo? ¿Cuáles son las respuestas que podemos dar a ese mal uso del ciberespacio que a fin de cuentas es un espacio público?
Las prácticas comunicativas hacen surgir lo mejor o lo peor de instituciones y personas; analizarlas desde la perspectiva de los valores que están en juego será una tarea necesaria para una recta ética de la comunicación. A pensarle.