Columnas Social columnas editoriales SOCIALES

PIÉNSALE, PIÉNSALE

ARTURO MACÍAS PEDROZA

EXAMEN DE CONCIENCIA MOTORIZADO

Dios vino a unir la tierra con el cielo. La llegada de "La Semana Mayor" nos recuerda que sólo estamos de paso por este mundo porque allá está nuestra morada definitiva. Pero no se trata de adelantar el viaje con una muerte prematura a causa de un accidente automovilístico, los cuales se multiplican precisamente por las vacaciones de Semana Santa. Contrario al Dios que une, está el "separador"; el diablo (según su etimología griega: dià= el que divide). En cambio los medios de comunicación son una ayuda eficaz para acortar distancias y hacer posible el encuentro, la unión y la mutua comunicación entre los hombres, pero es necesario saberlos usar con responsabilidad.

El Vaticano en el 2007 difundió un decálogo del conductor. Tras expresar su preocupación por los numerosos muertos en las carretas en el mundo, denunció que el automóvil se ha convertido en un objeto de ostentación y vanidad para suscitar envidia. En estos días santos solemos acercarnos al sacramento de la reconciliación para confesar nuestros pecados; el pecado es considerado como un "fallar al blanco" (del hebreo "amartía" que se relaciona con el arquero que pone su flecha en lugar equivocado); significa que el pecado es un "error de puntería"; una falta de sabiduría en las acciones realizadas; una necedad. En ese sentido el automovilista puede "fallar" de diversas formas y por tanto debe "corregir el rumbo". Tomando en cuenta que las nuevas herramientas tecnológicas no estuvieron consideradas por Moisés en el Sinaí, es necesario reinterpretar el decálogo para la hora de hacer nuestro examen de conciencia y manifestar nuestra "mea culpa".

Toda acción voluntaria de nuestra vida cotidiana entre en el terreno de la moral, pero a veces no sabemos o no queremos descubrir las faltas que cometemos. Es significativa una escena de un film de un gánster americano de ascendencia italiana que está haciendo su confesión en un templo, con pecados basados en una moralidad totalmente ajena a sus acciones malvadas; al mismo tiempo el detective que lo perseguía hacía el recuento de las fechorías y delitos cometidos por el "piadoso" mafioso. Tal vez nos pase lo mismo al no confesar acciones que son verdaderos atentados a la vida, como manejar con exceso de velocidad o manipular un aparato celular mientras se conduce, creyendo erróneamente que no son faltas graves. Lo mismo pasa en otras áreas de la vida como en la política o en la economía.

El decálogo del conductor cuyo primer "mandamiento" es "no matarás", invita a cuidar la vida personal y la de los demás. El automóvil requiere gran responsabilidad pues puede causar mucho daño; aún están resonando ecos del fatal accidente en la calle Reforma de la Ciudad de México en días pasados, pero, por desgracia no es el único ni el más grave; también el atentado terrorista del viernes pasado en Estocolmo, Suecia usando un vehículo, nos muestra que puede ser usado como un arma mortal. La falta se comete no sólo al causar un accidente, sino por el simple hecho de poner la vida en peligro. ¿Alguno se ha sentido culpable de manejar en exceso de velocidad?

La carreta debe estar al servicio del hombre, cuyos comportamientos cambian radicalmente si es conductor o peatón, y dado que cada vez son más los que se desplazan, no es superfluo encomendarnos a Dios antes de agarrar camino.

A muchas personas ante el volante les aflora la prepotencia, pero conducir bien incluye la cortesía, obediencia a las normas de tránsito y comportamiento equilibrado y responsable, incluida la revisión preventiva. En el siglo XX murieron 35 millones de personas en accidentes.

Estas normas que ponemos enseguida, se refieren sólo al automovilista, sin considerar aquí otras faltas relacionadas también con el transporte, como el servicio público, que también requiere un buen examen de conciencia, no sólo de los choferes, sino también de los concesionarios, de los propietarios y de las autoridades, cuyas faltas también producen daños mortales dignos del fuego del infierno.

DECÁLOGO DEL AUTOMOVILISTA

1. No matarás.

2. La carretera sea para ti un instrumento de comunicación entre las personas y no de daño mortal.

3. Cortesía, corrección y prudencia te ayuden a superar los imprevistos.

4. Sé caritativo y ayuda al prójimo en la necesidad, especialmente si es víctima de un accidente.

5. El automóvil no sea para ti expresión de poder y dominio y ocasión de pecado.

6. Convence con caridad a los jóvenes, y a los que ya no lo son a que no se pongan al volante cuando no están en condiciones de hacerlo.

7. Brinda apoyo a las familias de las víctimas de los accidentes.

8. Reúne a la víctima con un automovilista agresor en un momento oportuno para que puedan vivir la experiencia liberadora del perdón.

9. En la carretera tutela al más débil.

10. Siéntete tu mismo responsable de los demás.

Leer más de Columnas Social

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas Social

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1329767

elsiglo.mx