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Piénsale piénsale

¿REPRESENTANTES?

La democracia está agonizando. ¿Cómo es posible que 110 organizaciones que dan su propuesta para la ley anticorrupción sólo sean "oídas"? Estamos hablando no sólo de una gran parte de la sociedad, sino de la sociedad organizada. Rechazar los lineamientos anticorrupción que se exigían, es rechazar el mandato del pueblo que a gritos y con gran cantidad y calidad de participación está pidiendo; mandando.

Pero no es el único caso en que las acciones de gobierno difieren diametralmente de la voluntad del pueblo pues la autoridad es puesta para representar y defender los intereses de la comunidad y no de grupos o intereses particulares. La impopularidad del gobierno estatal y federal manifiesta que no se está haciendo lo que la comunidad manda; que las decisiones de políticas públicas no obedecen a una voluntad y necesidad de la población, es decir, no trabajan por e bien común; contrarias a su misión fundamental se desvían su objetivo: ser representante popular de las necesidades y aspiraciones de la ciudadanía, tanto en el gobierno, en la elaboración de leyes o en la aplicación de la ley. Se requiere para ello una profunda comunicación entre representantes y representados.

¿Por qué la democracia ya no es el gobierno del pueblo y para el pueblo? Porque se han separado uno de otro; al "dejar" a los representantes a su libre arbitrio las decisiones que conciernen a todos, se dañó la participación ciudadana que se redujo a emitir un voto cada determinado tiempo (y eso en el caso que se hiciera con verdadera libertad y no condicionado y limitado por diversas causas como coacción, manipulación, compra de votos, publicidad…). Las autoridades se creyeron "redentores", convencidos que el pueblo no sabe, se convirtieron en "los que mandan"; prometieron defender los intereses de la comunidad, pero a fin de cuentas, ni los conocen. Deciden sin consultar, aprueban leyes que no son queridas por las mayorías, gastan el dinero del pueblo a su libre arbitrio y discreción, y hasta endeudan a futuro…

Habiendo abandonado los espacios de participación y decisión, retomarlos será una tarea ardua, porque ambos lados han perdido la brújula: unos creen que son omnipotentes, que sólo ellos pueden decidir, que la "gentuza esa no sabe nada". Que sólo ellos deciden lo que le conviene a la gente; en el otro extremo, a la población se le ha hecho creer que no tienen el poder, acostumbrados a ser los "agachados", agradecen las "migajas" de quienes los han empobrecido para poder hacer de ellos lo que quieran. La cultura política-democrática tiene una gran tarea para revertir esta mentalidad y combatir a los que están lucrando con esta situación.

¿Por qué un teleférico tan impopular, por qué un metrobús hecho a la medida de transportistas y no de la población? ¿Por qué leyes que no corresponden al sentir de la mayoría? ¿Por qué una elección "forzada" con mucho más elementos que la simple voluntad ciudadana?

La expresión de la voluntad de la ciudadanía tiene que ser expresada muy fuertemente (lo cual no implica necesariamente que sea violentamente), para superar los vicios de una ciudadanía apática, y liberarse de grupos de poder político y económico. Un ejemplo es la agenda ciudadana para el fortalecimiento de la cohesión comunitaria, el desarrollo, y la competitividad de la Comarca Lagunera, lanzada por Renacer Lagunero, que agrupa a muchos sectores de la sociedad y por lo tanto no puede ser considerada un desiderátum utópico o una llamada a misa, sino un mandato de la comunidad; una exigencia más de la ciudadanía organizada que no solo reclama sino propone líneas concretas para llevar adelante la comunidad.

La debilidad de la democracia participativa, expresada por la separación de los ciudadanos de los procesos de toma de decisiones sobre la vida pública, la desconfianza por el complimiento de las normas y de desencanto con los resultados entregados por las instituciones públicas, requiere desarrollar las condiciones necesarias para que la ciudadanía se apropie de la cosa pública, supere su ausencia en los ejercicios de la autoridad, acceda plenamente a la información pública y pueda exigir cuentas a las autoridades.

Mucha verdad, mucho diálogo y mucha exigencia. Para ello hay que darle importancia a la información pública, promover un estado de derecho y de derechos humanos, quitar el monopolio gubernamental del funcionariado electo sobre las decisiones públicas y cambiarlo por una gobernanza en base a la construcción de políticas públicas, en las que el Estado quede a expensas de las decisiones que toman los demás actores involucrados. Se necesita una perspectiva de género, libre de ideologías, que promueva la participación de la mujer. La inclusión de las culturas originarias (indígenas) con su gran riqueza, es una parte muy importante de este empoderamiento de la ciudadanía, dada su propuesta contraria al caduco sistema neoliberal, que sin embargo se resiste a morir.

El fomento, de la cultura cívica nos corresponde a todos: instituciones políticas, Estado, Iglesia, familias, educación formal e informal, medios de comunicación… el daño es grande y la terapia puede ser dolorosa pero necesaria. Participa.

  Por: Arturo Macías Pedroza

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