ABORTO. PROBLEMA SOCIAL
Nuevamente, una iniciativa de despenalización del aborto, ahora por parte del gobernador Moreira, despierta en la comunidad las consabidas protestas por parte de la mayoría que no está de acuerdo. Desde la incoherencia de proteger toros de lidia y gallos de pelea, más bien parece que quiere ser un distractor de los problemas que ocupan la agenda política local y nacional: Las elecciones estatales en vilo, el nombramiento del fiscal anticorrupción local y nacional, la reconstrucción del país después de terremotos y huracanes, la exigencia de transparencia y el descubrimiento de desvíos.
Pero a pesar de todos los esfuerzos de los partidarios del aborto para declararlo tema de elección privada, se hace cada día más evidente que esto pertenece más a la ética social que a lo individual. Una conciencia normal dice al individuo que no es suficiente distanciarse personalmente del aborto. Cada uno tenemos la responsabilidad de proteger toda vida humana, y sobre todo, evitar las causas que conducen al aborto. En consecuencia, estamos ante el ser o no ser de la sociedad y del Estado. El aborto no puede ser sólo un tema aislado para distraer otros asuntos, al contrario, es la expresión de un estado que, al apoyar esta práctica, renuncia a su deber primario de proteger cualquier ser humano en sus derechos fundamentales a la vida, desarrollarla y, sobre todo, proteger a los más débiles, es decir, refleja actitudes generales en otras áreas de la administración pública.
Convertir el aborto en derecho garantizado de los ciudadanos, apoyado incluso por la profesión médica y por los impuestos públicos, cambia todas las relaciones humanas: la mujer se convertiría cada vez más en objeto de explotación sexual, la perspectiva de "resolver" un embarazo marcaría todas las expresiones sexuales incluso entre marido y mujer; los adolescentes preguntarían implícita o explícitamente en un momento de sus crisis normales, por qué no practicaron el aborto con ellos; la relación con la profesión médica también cambiaría por completo al haber algunos abortistas. Un Estado que se niega a proteger la vida aun no nacida e incluso nos pide impuestos para financiar el "derecho" al aborto, no pude sino provocar una profunda desconfianza: ¿Si eso hace con los pequeños antes de nacer, qué no hará en otras áreas de la administración?
El aborto jamás puede caer en la esfera de lo exclusivamente privado; sería tanto como negar la dimensión social innegable que la persona humana tiene. Negar la responsabilidad social de la práctica sexual provoca un desorden profundo. Todo aquel que está dispuesto a poner fin a una vida como si se tratara de una mercancía, considera toda la vida humana como un mero producto.
Un Estado que declara el aborto como un derecho, declara también que las relaciones sexuales y la irresponsable transmisión de la vida son un derecho. Prácticamente está declarando como norma social el consumismo del sexo.
Ciertamente, antes que penalizar, el Estado debe hacer todo lo posible para proteger la vida nacida o no nacida. Las sanciones legales que quieren quitar (es el camino que usan los abortistas para luego legalizar el aborto), son dañinas, si no van acompañadas de las exigencias mínimas de medidas sociales a favor de la mujer embarazada y del niño que va a nacer. Las penalidades más fuertes deberían de ser para quienes hacen dinero con los abortos.
Toda la sociedad y no sólo el Estado, estamos obligados a tomar medidas positivas para hacer desaparecer las causas principales que llevan al aborto: más ayuda y mejores condiciones de vida para las madres sin esposo, consultas médicas accesibles, garantías de salarios adecuados, más justa distribución de los impuestos y menos corrupción para que los hijos tengan una adecuada alimentación y educación, una mejor educación sexual y otras muchas cosas que el Estado y la sociedad renuncian a realizar, porque es más fácil para todos matar a un inocente, y dejar a la madre con el daño psicológico y moral y los riesgos de complicaciones que ocasiona el aborto y que se ocultan engañosamente.
En resumen, proponer el aborto como medida distractora para ocultar defectos de gobierno es contraproducente. ¿No lo cree usted?
Piensalepiensale@hotmail.com