"¿NECESITAMOS LA GUERRA PARA SABER QUE SOMOS HÉROES?"
Ante la necesidad de una respuesta a una comunidad, que reclama cada vez con más fuerza la falta de paz, justicia y dignidad, se necesita un programa de trabajo arduo, donde la solidaridad debe ser la inspiración para implementar la transformación desde el interior de los que están sufriendo la desolación.
La resistencia de quienes se benefician con la situación está llegando a niveles de verdadera represión y tiranía, con características que, aunque no coinciden exactamente con las tiranías y represiones que la historia antigua y moderna nos han narrado, es una tiranía más cruel, que utiliza las modernas y sofisticadas formas de represión, esclavitud y explotación. Es por esto que no basta con un comentario de café, una protesta en redes sociales, y ni siquiera es suficiente una manifestación desabrida.
No contentos con la manipulación y control de medios de comunicación, de leyes y de recursos, el sistema actual se ha pasado incluso a la represión y violencia descarada e impune. El alto grado de injusticia que vivimos, exige acciones acordes a ese nivel. Decía Santa Teresa de Ávila: "la paz no se consigue sin un esfuerzo. Si quieres la paz trabaja por la paz"; por lo tanto, esta grave situación va a requerir mucho más esfuerzo con acciones decisivas y fuertes, que conduzca a signos de esperanza de una vida más digna.
Habiendo sido demasiado apáticos y dejados durante mucho tiempo, finalmente hemos comenzado a despertar, pero no lo suficiente. Acostumbrados a no protestar, hemos sido víctimas una y otra vez de abusos de todo género: impuestos injustos como en las gasolinas, democracia disfrazada, gasto superfluos, escándalos de corrupción a todos los niveles, impunidad y cinismo, ineficiencia en obras e injusta distribución de la riqueza. Pero todo esto continuará hasta que no digamos "!BASTA¡" con la suficiente fuerza, organización y convicción que se requieren. Dice el dicho popular: "el valiente vive hasta que el cobarde quiere". No se si es miedo, apatía, estupidez u otra cosa, pero la construcción de una nueva sociedad no se puede dejar en manos de unos cuantos activistas que se quedan solos "gritando en el desierto". La resistencia a ser explotados es fundamental para no ser "colaboradores", y por ende cómplices de la situación que se está viviendo. "No lamer las cadenas" ni "añorar las cebollas de Egipto" es fundamental.
¿Es necesario esperar la guerra para aprender que nosotros somos héroes? Pues si no es guerra clásica, la defensa es ya una necesidad y necesita héroes, al menos con la defensa no violenta contra una situación grave de agresión. La defensa no violenta significa que la gente continúa en su trabajo pero con nuevas condiciones, la no-colaboración no es pasiva sino muy activa, y obliga a quienes llegan con todo el poder de las armas y el dinero a tratar de convencernos a nuestros lugares de trabajo, lo cual los divide y obliga a dialogar e influir sobre ellos. La burocracia instaurada por el régimen actual, controla sólo los grupos sociales más visibles, pero no llega hasta la base; un sistema de acción liberadora funciona sobre la base de una relación política exactamente al revés.
Ya México ha probado su fuerza organizativa con la lucha cristera, que contó sobre todo con una participación social y acciones de resistencia y no colaboración, que hicieron mella y pusieron en jaque al gobierno represor, tanto o más que los levantados en armas.
El sistema político actual, ha creado una burocracia de lujo, encumbrada en los más elevados niveles sociales, pero si ésta viene sistemáticamente ignorada y la base continúa en su posición dinámica de participación activa, crítica y propositiva, entonces el sistema se encontrará en problemas muy serios para continuar explotando, destruyendo y empobreciendo. Ésta es la estrategia fundamental de una participación activa de la sociedad: continuar en su vida cotidiana pero sin colaborar de ninguna manera con el sistema corrupto.
¿Parece una llamada a la guerra? Al contrario, es la liberación de una situación violenta e injusta que estamos sufriendo, la cual nunca puede llamarse vivir en paz, pues aunque no suenen disparos de armas produce muchas muertes. La participación ciudadana es una llamada a construir una paz verdadera, basada en la libertad y dignidad del hombre. De todo hombre. No es una guerra armada en la que se hace interrupción de lo cotidiano, se separan familias, se separan a hombres de mujeres, se reorganiza la vida ordinaria, el trabajo, el campo, las actividades empresariales, se redefinen fronteras, se llora la muerte de generaciones enteras de jóvenes adultos; se aprende a hacer el duelo sin los cuerpos de los difuntos.
México se encuentra nuevamente en la necesidad de encontrar la fuerza de enfrentar un movimiento de gran magnitud. Su decisión no es cambiar de color de tirano sino de rechazar la tiranía, sobre todo la que se apoya en su inanición pintada de complicidad; es cambiar nuestra inmovilidad y conformismo "agachón", por una fuerza organizada y solidaria que nace de la pasión de cada uno por defender su hogar, sus hijos, sus tierras, su patria. Con una ciudadanía participativa de gran calidad, ninguno poder económico, político o social podrá ser capaz de dañarla.