Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

Piénsale piénsale

DESPIERTA Y LEVÁNTATE: POR TI, DIOS SE HA HECHO HOMBRE

Este día de Navidad, nos congregamos en torno al misterio de Dios que se hace hombre, del Eterno que entra en la brevedad de nuestros días, del Invisible que se hace visible.

Para los que han perdido el sentido profundo de este acontecimiento, es sólo "fiestas"; para los que viven de dividir, enfrentar y crear destrucción es hasta molesto; para los que se desviven por "tener", "comprar" y "consumir", es tiempo de hacerlo si tienen dinero, o de llorar si pertenecen a la gran mayoría de los que no pueden hacerlo; para los que buscan el poder es una amenaza.

Pero para quienes descubren en este acontecimiento no sólo el recuerdo del pasado o una emoción pasajera, sino el convencimiento de que también nosotros hemos nacido el día de Navidad, entonces este día es la celebración de la encarnación del Verbo divino en nuestra carne mortal haciendo surgir con ello una humanidad nueva en Jesús, ejemplo de nuestra humanidad renovada.

En Navidad, se revela toda la dignidad del hombre, en contraposición a los que lo han querido disminuir de mil formas, quitándole su dinero, su libertad, su dignidad, su alegría y su esperanza. Quien desde lo más profundo de su ser, sabe que Navidad es celebrar el Emmanuel, es decir, el Dios-con-nosotros, descubre también la gravedad de su situación, de su miseria, de sus maldades que han desfigurado la imagen divina que debe tener todo ser humano, y lo impulsa a renovarse en el amor, en justa correspondencia al amor que ha recibido de un Dios que viene a re-crearlo. Sabe que puede tener la vida nueva que brota en el mundo, por el Hijo de Dios que viene a habitar en medio de nosotros y que debe manifestarlo en sus acciones, en la preocupación de recuperar su dignidad, y libertad perdidas. Sabe también que puede seguir luchando contra estructuras deshumanizantes y opresoras desde su pequeñez y debilidad, pues confía en el gran poder de Dios, manifestado misteriosamente en un niño pobre.

Otra consecuencia que deriva de la Navidad bien entendida, es la fraternidad humana. Con él, hijo eterno de Dios, también nosotros nos hacemos hijos de Dios, verdaderos hermanos. Ni otros son mayores que yo, ni yo soy mayor que otros. ¿Por qué pues soy víctima de manipulaciones, explotaciones, discriminaciones o injusticias? Ya no somos extraños unos respecto de los otros, sino verdaderos hermanos. Se podría decir que en Belén se formó la familia de Dios compuesta por todos los hombres.

Navidad es un anuncio y un compromiso de recíproca caridad. Los regalos que nos intercambiamos son sólo símbolos de regalos más valiosos y más agradables: nuestro amor sincero, duradero y concreto. Navidad es anuncio y compromiso de recíproca caridad.

Celebrar la Navidad, es estar convencidos de que no estamos abandonados, privados de amor, devastados; es el don de su mismo Hijo, hecho hombre para realizar las esperanzas de todos los pueblos; es un salvador que viene a rescatar de la explotación, humillación y opresión. Este niño es admirablemente capaz de administrar la paz y la prosperidad, basado en la justicia y el derecho. El anhelo de comunión sobrevive a cualquier desgracia o fatalidad. Nuestra debilidad se transforma en fortaleza, capaz de superar los desencantos, apoyados en la voluntad inquebrantable de Señor de permanecer para siempre al lado de su pueblo.

Dice san Agustín en un sermón para Navidad: "Tú estarías muerto para la eternidad, si él no hubiera nacido en el tiempo. Tú no habrías sido liberado de la carne de pecado, si él no hubiera tomado nuestros pecados sobre sí. Tu serías víctima de una miseria sin fin, si él no se hubiese compadecido. Tú no habrías reencontrado la vida, si él no hubiera encontrado la muerte. Tú hubieras sucumbido, si él no hubiera acudido a socorrerte. Tú hubieras perecido, si él no hubiera venido".

La Verdad desenmascara los engaños, autoengaños y medias verdades con su luz. El pequeño del pesebre nos pacifica con Dios y se abre paso en el mundo con su poder. Los que antes estaban desesperanzados ante los poderes políticos, sociales y económicas, recuperan en la Navidad la confianza en que la justicia no viene de nuestras manos, sino que brota desde el cielo. El hombre no está abandonado a los caprichos de los poderosos. Dios ha intervenido en la historia para salvar a los pequeños, a los que sufren, a los pobres, y quebrantar a los poderosos; "a iluminar a los que viven en las tinieblas y en sombras de la muerte" (cfr. Magnificat: Lc. 1, 46-56).

¿Podría Dios hacer brillar sobre nosotros una gracia más grande que ésta: su Hijo único, se ha hecho hijo de hombre, convirtiéndonos a nosotros en hijos de Dios? ¿No es esto un motivo de gran alegría ante la certeza de la presencia de Dios que viene a su pueblo darle vida en abundancia? ¿No es esta certeza de la intervención de Dios en la vida del hombre, la que nos anima a seguir superando toda adversidad e injusticia desde nuestra pequeñez, confiados en el poder del Señor, Rey de Justicia y de Paz, que viene a liberarnos?

¡Feliz Navidad!

  Por: Arturo Macías Pedroza

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1416650

elsiglo.mx