¿FELIZ AÑO 2018? DEPENDE DE NOSOTROS
Mañana empezamos el 2018; 365 hojas limpias de un libro nuevo. Dependerá de nosotros lo que escribamos en él.
¿Qué va a pasar? ¿Hasta dónde vamos a llegar? ¿Qué nos espera?... Estas preguntas que nos hacemos, a veces con tono de desesperanza y quisiéramos que algún brujo o mago nos la respondiera viendo su bola de cristal. Pero el futuro no se adivina. Se construye. El futuro no existe aún. Es cierto que al analizar las tendencias de nuestra realidad en base al pasado, pueden hacernos descubrir lo que puede suceder si seguimos en determinado rumbo, pero precisamente si se cambia la realidad presente el futuro deseado puede ser construido.
Ciertamente no dependerá el año del color de ropa interior que usemos o de la fruta que comamos esta noche. No estamos tampoco fatalmente condenados a padecer en manos de los que manejan la economía o la política. Aun los análisis más profundos y científicos están sujetos a muchas variables. ¿Recuerdan todas las cosas que se "predijeron a principios del 2017? Nadie habló de terremotos o huracanes y fueron factor importante en nuestra vida nacional; todos hablaron de muros y regreso en masa de indocumentados, lo cual no sucedió; todos pensábamos que bajarían los precios de la gasolina y el gas. ¡Pobres ilusos!
Para entender el futuro y poder influir en él, es necesario el estudio de causas técnicas, científicas, económicas y sociales que intervienen en la evolución del mundo moderno, para prever situaciones que podrían resultar de sus influencias conjugadas. No se trata de adivinar el futuro, sino lograr que se realice de la mejor manera. Lo único real es lo que vivimos en el presente; tenemos memoria del pasado y esperamos que ocurra el futuro que deseamos y que no ocurra lo indeseable. Sobre los hechos del pasado ya no podemos hacer nada… no tenemos gobernabilidad pero sí conocimiento. El pasado es el lugar de lo acontecido y de la memoria. Tenemos información del pasado que nos sirve para explicar el presente; lo que somos como país y como personas se explica en parte por las decisiones afortunadas o desafortunadas que tomamos individual y colectivamente en el pasado. A su vez, el futuro depende del presente, porque las acciones que realicemos ahora van a permitir moldear y acuñar determinado tipo de futuro.
Las preguntas sobre el futuro no debemos hacerlas a profetas, futurólogos, magos o adivinos (todos charlatanes); tampoco les dejemos la decisión de nuestro futuro a quienes velan sólo por sus intereses personales; haciéndonos creer que les interesamos les dejamos manejar nuestra vida, nuestro país, nuestra educación, nuestro dinero, poniendo nuestro futuro a su servicio. Los cuestionamientos deben dirigirse a nosotros mismos: ¿Para dónde vamos? ¿Qué debemos hacer? ¿A qué otros sitios podemos encaminarnos? ¿Qué no debemos hacer pues sería un error contraproducente? ¿Qué debemos tratar de impedir que ocurra o que otros hagan? ¿Qué debemos intentar que ocurra para que se configure el escenario deseado?
El reto es descubrir el poder que tenemos de construir nuestro "Feliz año 2018", poniendo en acción nuestra libertad, nuestra creatividad, nuestra inteligencia, nuestra capacidad de amar, nuestra capacidad de trascender, de generar humanidad y cultura.
Este año en política tenemos una gran oportunidad de transformación ya que nunca antes habíamos tenido la oportunidad de renovar tantos cargos de representación popular en una solo jornada electoral; (3 447 en todo el país): Además del presidente de la República cambiaremos a 9 gubernaturas (Ciudad de México, Morelos, Jalisco, Guanajuato, Veracruz, Puebla, Yucatán, Tabasco y Chiapas); en cada estado habrá por lo menos una elección local. Elegiremos alcaldes, síndicos, regidores, diputados y senadores. (En Durango tres senadores, cuatro diputados federales y veinticinco diputados locales; en Coahuila 38 alcaldes, tres senadores y siete diputados federales).
Visto que los cambios que necesitamos no podrán realizarse sino con un gran esfuerzo de ciudadanía para revertir tendencias antidemocráticas, y habiendo quedado claro que los intereses particulares o de grupos prevalecen sobre el bien común y la opinión de expertos o mayorías, la participación en las elecciones no podrá limitarse a votar el día de las elecciones, sino de una muy fuerte, variada y organizada acción ciudadana.
Ser ciudadano fiel es una virtud y la participación en la vida política es una obligación moral que tendría que ser el propósito de año nuevo de todos. La situación crítica que estamos viviendo actualmente, no es sino la consecuencia de acciones u omisiones pasadas, de modo que el año nuevo no podrá cambiar si seguimos haciendo lo mismo y de nada valdrá hacer ritos, magias y brindis. Más allá de la suerte o de los buenos deseos, está la experiencia personal con la Realidad Trascendente; con aquello que nos lanza más allá de nuestros límites egoístas: con el amor expresado en la promoción del bien común y de la justicia para modificar nuestro presente y así lograr un mejor 2018.
Sabemos que el futuro depende del presente porque las acciones que realizamos hoy van a permitir moldear y acuñar determinado tipo de futuro; por ello decidimos en este presente, emprender en nuestras vidas y en nuestras comunidades un itinerario formativo que nos permita ser libres y capaces de construir futuro. Decidimos hoy, construir un escenario donde, día con día, construyamos pequeños pedazos del feliz año 2018 que deseamos. Ante la desesperanza de un mundo que solo contempla la muerte como única seguridad, es necesario ofrecer prospectivas de un futuro utópicamente realizable.
Como propósito de año nuevo he aquí estas actitudes básicas que necesitamos practicar, tal vez a costa de una verdadera conversión: Valoración de los carismas y servicios de los demás para construir juntos lo que sólo no podemos; compartir dejando el egoísmo e individualismo; participar dejando la apatía, la desesperanza, el anonimato y la inanición; corresponsabilidad que me haga sentirme solidario en un proyecto común que a todos nos corresponde construir; búsqueda de continuidad que no desespere ante fracasos y sea capaz de vivir procesos formativos y transformadores aun a largo plazo; unidad con los que viven esta visión y cuantos quieran construir este nuevo mundo; finalmente espíritu de servicio para dar lo que somos. Es urgente en todos esta transformación personal si en verdad queremos construir un Feliz Año 2018.