Colección Damned Villain. Foto: Los Vladimirovich
Quieren que la gente los conozca, pero por su trabajo colectivo y no en lo individual; el suyo, declaran, es un esquema horizontal, todo es por el equipo.
Es una firma de moda masculina surgida en 2012. La historia, de inicio, es internacional como un encuentro en París de individuos nacidos en varios puntos del mapa terrestre que coinciden en su visión de empoderar a los hombres mediante prendas de alta calidad. La marca reitera que sus integrantes son ciudadanos del mundo, de una esfera sin territorios físicos.
En Los Vladimirovich están orgullosos de desarrollar sus piezas mediante métodos tradicionales, con puntadas de sastre, lo que da a sus creaciones un carácter único.
El nombre de la empresa más que esconder las identidades que la conforman, es la reafirmación de un proyecto donde nadie se apropia del título de 'diseñador en jefe'.
Quieren que la gente los conozca, pero por su trabajo colectivo y no en lo individual; el suyo, declaran, es un esquema horizontal, todo es por el grupo.
Enfocan sus baterias creativas en confeccionar piezas que reflejen los valores de hermandad y colaboración. Una de sus directrices es elaborar productos cómodos que los varones puedan usar en su vida diaria sin problemas.
En su ideario exponen su compromiso con empoderar al equipo (como los colectivos de artistas en la Revolución francesa), esto lo traducen como rendir el individuo, la libertad, hacer las cosas por el conjunto más que por uno mismo.
PUNTADAS
Los Vladimirovich pretenden convertirse en una de las compañías de ropa masculina y de estilo urbano más importantes del mundo. Su filosofía de trabajo, registrada en un manifiesto, contiene los pasos con los que pretenden conseguir su meta: enfocarse en la experiencia del cliente, tomar con seriedad los valores de hermandad, trabajar duro, jugar fuerte.
En su esquema las ganancias son de todos porque la creatividad y el trabajo llevan la misma marca; en esta empresa son creativos y osados, aunque no impacientes.
Si bien el nombre remite a tierras tan europeas como oriental, establecieron su base en Los Ángeles, California. Hay oficinas suyas en Viena (Austria), París (Francia) y en la Ciudad de México. Además, cuentan con representación en Suecia (Estocolmo), Serbia (Belgrado), Irlanda (Dublín) y Alemania (Berlín).
El colectivo se ha posicionado gracias a una propuesta que fusiona conceptos, historias, elementos urbanos, modernidad y comodidad. Sus piezas están hechas con técnicas tradicionales para asegurar una alta calidad.
En portales del mundo de la moda definen a Los Vladimirovich como jóvenes talentosos, comprometidos con sus ideales y su percepción del mundo. En una entrevista para la revista Quién, anónimos integrantes de esa identidad grupal explicaron que vieron un nicho de mercado en la ropa para hombre ya que la oferta predominante hoy día es 'bipolar', no hay sino ropa deportiva o sumamente básica.
Colección Damned Villain. Colección The good son. Colección Bronco. Foto: Los Vladimirovich
Sobre su proceso creativo han explicado que toman inspiración de fuentes como la Historia, las ciudades y sus espacios, tradiciones y relatos. Luego viene el intercambio de ideas y de ahí la siguiente estación es aterrizar la prenda. A la hora de diseñar toman mucho en cuenta que sus creaciones sean funcionales, que estén hechas con las mejores telas, que sean fáciles de lavar.
En cuanto al tipo de cliente al que apuntan sus creaciones, los anónimos diseñadores explican que cualquier varón puede usar sus prendas, no esperan contribuir a encasillar a un hombre en algún tipo de atuendo.
CRÍTICA
Según elementos mexicanos de la marca internacional, la industria de la moda masculina en México es poco valorada. La mayoría de los diseñadores, perciben, se enfoca en el mercado mujeril y sólo cuando la ropa femenina no funciona del todo bien, hacen el intento al otro lado del género humano.
Las opciones de ropa para hombre en la nación mexicana, consideran, son pocas y buena parte del catálogo disponible carece de alta calidad. Hay muy buenas ideas, pero las telas, opinan, son malas y las técnicas de confección pésimas.
A propósito de su esquema horizontal y el anonimato, aseguran que no pretenden fijar postura más allá del cuerpo de quienes usan sus creaciones. La suya, indican, es una labor con esencia internacional, una amalgama de pensamientos e ideales. Al interior de Los Vladimirovich todos tienen voz, todos aportan a la discusión y cuando llevan una chamarra a la pasarela o ponen una camisa en algún punto de venta materializan el resultado de la actividad grupal.
En una colaboración con Pineda Covalín, otra empresa del mundo de la moda, el grupo nacido en París elaboró la colección Come back home (Vuelve a casa). En esa serie, el punto de partida fue la reflexión sobre la actualidad de los mexicanos, sobre ser hombre en un país multicultural y moderno. Del ejercicio sociológico surgieron abrigos, chamarras y gabardinas basadas en texturas, sentimientos e impresiones.
Los Vladimirovich trazan vestimentas que se decantan por el confort y dejan de lado la apariencia presuntuosa. Sus cortes simétricos y modernos destacan, así como la paleta de colores, con el único fin de enaltecer la idea del hombre actual.
Las tonalidades de la serie Bronco tuvieron su origen en una revisión de los uniformes penitenciarios alrededor del mundo. La intención era reflejar un modo de ser 'bronco', pero sin eliminar la comodidad ni restar elegancia.
En otra colección, The good son (El buen hijo) partieron de la idea de buscar una familia fuera de ese núcleo llamado hogar; en los amigos, en pandillas y mafias, en clanes, tribus, sectas, en organizaciones, incluso en grupos paramilitares, está una forma de pertenencia externa, sin relación sanguínea, con la que te identificas de una o de otra manera.
El año pasado presentaron las prendas de Damned Villain, serie inspirada en “un hombre incomprendido”: Paul Axel Lund, un poderoso gángster del siglo pasado.
Los diseñadores confeccionaron las prendas y eligieron una paleta de colores con base en la biografía de ese británico que estuvo preso en la India, Egipto, España, Italia y Gran Bretaña. Las piezas pueden usarse, aseguran en la marca, en los países donde Lund estuvo encerrado.
