¿Qué pasa?

Fantástico que con un aparato que cabe en la palma de la mano podamos hablar, fotografiar, enviar documentos, guardar contactos y todas las monerías que sabemos hacen los teléfonos inteligentes, los cuales han demostrado una y otra vez que en algunas ocasiones son más listos que nosotros, porque tienen la capacidad de dominar nuestra voluntad, acaparar nuestra atención y secuestrar nuestras emociones.

A pesar de que mi ámbito de competencia es la “comunicación” debo admitir que el análisis me rebasa, me hubiera encantado que McLuhan, visionario de la aldea global, siguiera vivo y nos ayudara a entender, pero sobre todo a proyectar lo que estos nuevos modelos de comunicación nos dejarán como herencia.

Hoy me ocupo de manera especial de los grupos de Whatsapp. Esta red social la fundó Jam Koum, un ruso originario de Kiev con raíces judías que, obligado por la pobreza y la represión antijudía, emigró a California de la mano de su madre. No ahondo en las anécdotas de las vicisitudes que como migrantes vivieron, porque las conocemos perfectamente y más en los tiempos de Trump, sin embargo, como podemos anticipar, la historia de Koum es de éxito, a pesar de las penurias va a la universidad y se adentra en el mundo de los ordenadores. Ya con experiencias laborales importantes en Yahoo, compra en 2009 su primer iPohne. Koum se da cuenta de que el futuro de ese sistema iba a potenciarse con el desarrollo de las aplicaciones.

Así idea la manera de añadir a la lista de contactos de un móvil un mensaje, mucho tendría que pasar, entre ilusiones y desilusiones, para terminar de desarrollar el famoso '¿Qué pasa?'

Lo cierto es que hoy por hoy los mensajes en Whatsapp se han hecho imprescindibles para la mayoría de nosotros. ¿Cómo nos comportamos en esta red social? Creo que de la misma manera en que lo hacemos en el mundo real, con dos adiciones que deberíamos advertir: el pre-supuesto de que nos entienden y las fallidas interpretaciones.

¿Cuántos grupos tienes? ¿A cuántos has silenciado? ¿Es imprescindible que pertenezcas a ellos? ¿Lo que escribes lo pudieras decir directamente a la cara de tu o tus interlocutores? ¿Cuántas fotografías obligas a que tus contactos vean, saturando su memoria sin consideración? ¿Qué tan asertivo eres al momento de cambiar de tema o desviar la conversación del grupo? ¿Respetas horarios al iniciar una conversación? ¿Concluyes las pláticas que inicias? ¿Con cuántos malos entendidos has sorteado en tu actividad en los grupos? ¿Has leído mal y has repetido preguntas y datos cuando ya se habían aclarado? ¿Le dejaste de hablar a alguien porque te sentiste ofendido por un mensaje y nunca lo aclaraste?

Todas estas preguntas lo que pretenden es hacerte pensar en que estar en un grupo o tener comunicación con alguien a través de Wahtsapp implica mucho si es que queremos conservar y hacer más sólidas nuestras relaciones.

Ya se han planteado desde hace tiempo algunas reglas de etiqueta que son imprescindibles:

Piensa antes de escribir, nunca lo hagas por impulso, nunca lo hagas cuando has bebido, nunca lo hagas cuando estás fuera de ti, no hagas historias, no pienses que lo que a ti te interesa le interesa a todos, no repliquemos mensajes caducos o que se originaron en otros países, no recomendemos o demos por hecho que tal película o tal espectáculo es bueno o malo sin conocer con certeza sus contenidos, seamos cautos con los casos de personas enfermas o desaparecidas, la información realmente importante no puede ser transmitida por este medio, las malas noticias no se dan por mensaje porque no sabemos las condiciones en las que se encuentra nuestro contacto.

Cuida tu ortografía porque eso revela quién eres, el corrector nos juega malas pasadas, por eso es que es importante que pongamos atención.

Es una realidad que algunas veces de los grupos nacen otros grupos que excluyen a algunos contactos que por su falta de asertividad se convierten en indeseables. Veamos la manera de mejorar nuestras relaciones comportándonos adecuadamente y para ello debemos tener claro para qué sirve el '¿Qué pasa?' y para qué no.