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Ramón Vargas, en plena madurez

Invitación. El tenor Ramón Vargas se presentó anoche en el TIM como parte de la Gala Operística de la Camareta de Coahuila. (ERNESTO RAMÍREZ)

Invitación. El tenor Ramón Vargas se presentó anoche en el TIM como parte de la Gala Operística de la Camareta de Coahuila. (ERNESTO RAMÍREZ)

YOHAN URIBE

Con dos arias en particular, Una furtiva lágrima, de El Elíxir del amor; y Bagnato il sen di lagrime de Roberto Devereux; durante la primera parte de la Gala Operística 2017 de la Camerata de Coahuila, el tenor mexicano Ramón Vargas, mostró la madurez de su voz y las tablas sobre el escenario, anoche en el Teatro Isauro Martínez.

La orquesta coahuilense dio la bienvenida al público lagunero con la Obertura a Don Giovanni, de Mozart. Luego entró en escena el maestro Ramón Vargas para dar inicio a su gala con Un' aura amorosa..., de Cosi fan tutte; llevándose el primero de varios reconocimientos del público.

Una primera parte dedicada a Mozart y Donizetti; en la que se integraron bien orquesta y tenor, quien en un breve mensaje agradeció la invitación a Torreón, región por la que dijo tener un cariño entrañable.

Luego del intermedio, el maestro Vargas presentó a un Verdi especialmente seleccionado para esta gala, que incluyó arias de Ernani, Macbeth, Foscari y el preludio a Attila. Con un particular acento en la primera aria Padre, con essi intrepido..., por cierto, obra del repertorio del compositor italiano poco programada por su grado de dificultad, y que el tenor mexicano interpretó con gran acierto técnico y expresivo.

Una gala que incluyó una selección de canciones napolitanas, propias del repertorio de Ramón Vargas; empezando por I te vurria vasá, de Di Capua y Mazuchi; luego la popular Torna a Surriento, de Curtis; a la que el invitado a la gala de la Camerata puso particular emoción durante su intervención, y para cerrar el programa la obra que Cardillo compuso para el gran Caruso, Core 'ngrato.

Como una sorpresa para despedir la noche, durante el encore; el tenor mexicano siguió con los clásicos napolitanos e interpretó O sole mío; luego en un gesto de agradecimiento, Ramón Vargas se arrodilló y dio dos golpes con la palma de la mano a las tablas del escenario del Martínez. Y a petición de los aplausos del público se quedó en el escenario y cantó Bésame mucho, de la gran Consuelito Velázquez, con arreglo del maestro Márquez.

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