En la presencia de Sancho Panza, conversan don Quijote y el bachiller Sansón Carrasco sobre la aparición del libro que trae la historia de sus aventuras. Muy interesado está en la plática el caballero andante cuando en ese momento llegan a sus oídos relinchos de Rocinante que él toma por "felicísimo agüero" y determina en iniciar de allí a tres o cuatro días otra salida, que será la tercera, en busca de aventuras.
Don Quijote pide consejo al bachiller "por qué parte comenzaría su jornada" y éste le recomienda que vaya "al reino de Aragón y a la ciudad de Zaragoza, adonde de allí a pocos días se habían de hacer unas solemnísimas justas por la fiesta de San Jorge, en los cuales podría ganar fama sobre los caballeros aragoneses, que sería ganarla sobre todos los del mundo"
El bachiller, como grandísimo socarrón que es, felicita a don Quijote por la determinación que ha tomado, pero le pide sea más cuidadoso con los peligros que enfrenta.
Este consejo lo secunda Sancho; dice que es de lo que él reniega pues "acomete mi señor a cien hombres armados como un muchacho goloso a media docena de badeas (melones corrientes). Cuerpo del mundo señor bachiller. Sí, que tiempos hay de acometer y tiempos de retirar; sí, no ha de ser todo '¡Santiago, y cierra, España!'".
Lo que quiso decir Sancho es que no es prudente ni necesario estar siempre en combate, pues "¡Santiago, y cierra, España!" era el grito de guerra del ejército español, utilizado para levantar la moral de los soldados.
La invocación hace referencia al apóstol Santiago el mayor, patrono de España, que según la tradición llevó el cristianismo a la Península en el mismo siglo I de nuestra era. En los combates con los moros éstos invocaban a Mahoma y los cristianos al apóstol Santiago.
J.A García Villa
@jagarciavilla