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REFRANERO DEL QUIJOTE UN MAL LLAMA A OTRO EL QUIJOTE I, 28

REFRANERO DEL QUIJOTE UN MAL LLAMA A OTRO EL QUIJOTE I, 28

REFRANERO DEL QUIJOTE UN MAL LLAMA A OTRO EL QUIJOTE I, 28

Otra de las novelas cortas que Cervantes interpoló en la primera parte de El Quijote es la historia de don Fernando y Dorotea. En las asperezas de Sierra Morena esta hermosísima mujer la cuenta al cura, al barbero y a Cardenio.

Les dice que es hija de padres que aunque de humilde linaje son cristianos viejos y muy ricos labradores. Y agrega: "En esta Andalucía hay un lugar de quien toma título el duque, que le hace uno de los que llaman 'grandes' de España", uno de cuyos dos hijos, el menor, de nombre Fernando, la pretendió de mil maneras hasta que un día en su propia casa, por la fuerza y con la complicidad de una de sus criadas y no sin antes jurar por los Cielos y otros santos por testigos que si accedía a sus deseos habría de ser su marido, la propia Dorotea pidió entonces a su sirvienta "que en la tierra acompañase a los testigos del cielo" del compromiso adquirido por don Fernando, de manera tal, dice la bellísima joven, que al "volverse a salir del aposento mi doncella, yo dejé de serlo y él acabó de ser traidor", pues abandonó la región y dejó sin cumplir su promesa.

Continúa su relato Dorotea y les comenta que llena de vergüenza huyó ella de su lugar hacia las soledades de las montañas apoyada de un criado que era de su confianza. Sin embargo, "como suele decirse que un 'mal llama a otro'", este criado hasta entonces fiel y seguro trató de abusar de ella, quien, dice, "con mis pocas fuerzas y poco de trabajo di con él por un derrumbadero, donde le dejé, no sé si muerto o vivo".

No uno solo sino varios refranes se decían antiguamente en España en el sentido de que un mal nunca llega solo. Así: "Un yerro no viene solo", "No se hace un yerro solo sin otro y otro", "De un error otro se empieza" y aun el de los Salmos (41, 8) que reza: "El abismo llama al abismo".

Los eruditos cervantistas Diego Clemencín, a principios del siglo XIX, y Francisco Rodríguez Marín a comienzos del XX, realizaron sendas investigaciones sobre estos personajes. Llegaron a la conclusión de que don Fernando debió haber sido don Pedro Girón, hijo segundo del primer duque de Osuna, nacido en 1557, y Dorotea doña María de Torres, seducida por aquél.

J.A García Villa

@jagarciavilla

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